BCCCAP00000000000000000000714

CASTIDAD Y PENITENCIA DE SAN FRANCISCO mayor es tu mujer; las cuatro siguientes son tus hijos e hijas; las dos últimas son el criado y la criada, que debes tener para el servicio. Ahora pues apresúrate a vestirlos a todos, pues van a morir de frío. Mas si te es molesto el múltiple cuidado de ellos, sirve con diligencia a tu único Señor." Con esto desapareció la ilusión ( 49 ). Esta continua y severa disciplina fué poco a poco poniendo su cuerpo por completo bajo el dominio del alma, la cual se servía de él como de un instrumento perfectamente dispuesto a todo. Por más que el alma subió en la santidad, nunca le hizo oposición el cuerpo, antes bien parecía que éste se adelantaba al alma. El fervor del alma había hecho el cuerpo tan ligero, que éste a porfía con aquélla sus– piraba hacia Dios según aquello de la Escritura: "Mi alma está sedienta de ti, Señor; mi carne suspira por ti" ( 5 º). La cuotidiana y no inte– rrumpida costumbre de someterse al alma vino a· ser para su cuerpo una necesidad, una segunda naturaleza ( 51 ). Cuando más claramente brilló el heroico espíritu de penitencia de Francisco fué en los dos últimos años de su vida, cuando el Señor mismo lo introdujo en la escuela superior del sufrimiento. Clando con Cristo en la Cruz por medio de las sagradas llagas y quebrantado por enfer– medades que le causaban dolores indecibles ( 52 ), no sólo conservó su ordinaria serenidad de espíritu, sino que se resistió hasta el extremo a conceder a su cuerpo el más mínimo alivio. Por más que le instaban los Frailes a que cesara en sus espantosas penitencias no pudo consen– tir en ello ( 53 ). Por fin un Fraile de confianza logró convencerle con el siguiente razonamiento: "Dime, padre, ¿no es verdad que tu cuerpo, mientras podía, se ha mostrado muy obediente a tus mandatos?" A lo que respondió Francisco: "Cierto que sí, hijo mío; puedo darle ese testimonio, que me ha sido en todo obediente, que nunca ha tenido miramientos consigo mismo, sino que se apresuraba precipitadamente a cumplir todos los mandatos. No ha rehuído ningún trabajo, no ha esquivado ninguna incomodidad, siempre que podía cumplir mis órde- (4º) THoM. CEL. II, n. 116 s. (50) "Tanta enim in eo carnis ad spiritum erat concordia, tanta obedientia, quod cum ille omnem niteretur apprehendere sanctitatem, ipsa nihilominus non solum non repugnabat, sed et praecurrere satagebat, iuxta quod scriptum est (Ps. LXII, 2): Sitivit in te anima mea, quam multipliciter tibi caro mea." THoM. CEL. I, n. 97. "Nam et calor spiritus ita iam levigaverat corpus, ut anima sitiente in Deum, sitiret et quam multipliciter caro illa sanctissima." lbíd., II, n. 129. ( 51 ) "Assiduitas vero subiectionis fecerat eam voluntariam, et ex quoti– diana inclinatione sui situm apprehenderat tantae virtutis, quoniam consuetudo saepe vertitur in naturam." lbíd., I, n. 97. (52) Véase antes p. 54. (53) THoM. CEL. II, n. 210.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz