BCCCAP00000000000000000000714

228 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Añadíanse a todo esto otras mortificaciones. Trataba a su pobre cuerpo como a una bestia de carga, a quien de continuo se le tiene sujeta con las riendas. Seguramente que Fray Gil habla según lo que ha oído a su santo Padre, cuando dice: "El cuerpo de un Fraile de peni– tencia es como una bestia de carga. Por mucho que trabaje ésta y por muy bien alimentada que sea, no andará sin embargo por el camino que se quiere, si no se le hace sentir la vara" ( 46 ). Siguiendo esta má– xima Francisco castigaba su cuerpo con una desconsideración inaudita lo mismo en días de salud que en la enfermedad ( 47 ) • Nunca usaba de miramientos con su cuerpo, tratándolo de palabra y de hecho como si fuere su más encarnizado enemigo ( 48 ). Si éste alguna vez, por propio impulso o por instigación de Satanás, se atrevía a mostrarse algo indócil, le hacía pagar por doblado. Sobre esto nos refiere Tomás de Celano el siguiente episodio, que oyó de un Fraile, que oculto había presen– ciado el hecho. Estando Francisco en el eremitorio de Sartiano, cierta noche que se hallaba muy rendido a consecuencia de su mucha oración y peni– tencia llamóle por tres veces el tentador: "Francisco, Francisco, Fran– cisco." Respondió el Santo diciendo: "¿Qué quieres?" Y el demonio: "No hay pecador en el mundo, a quien Dios no perdone, si se con– vierte; pero aquel que se mata a sí mismo con dura penitencia, no hallará jamás misericordia." Al punto conoció el Santo el lazo del enemigo, que quería arrastrarlo a la tibieza. Mas el demonio no se dió con esto por vencido y propuso al Santo cuán puesto en razón sería que también él fundara un hogar y una familia, pintándole al mismo tiempo esa vida con los más vivos colores. Cuando lo not6 Francisco quitándose al punto su hábito se azotó cruelmente con una cuerda, di– ciendo al mismo tiempo: "Ea, hermano asno, así es como te conviene estar, así es como debes sentir el látigo. La túnica es de la Orden y no es lícito robarla; si quieres marcharte de aquí, márchate." Mas la tentación continuaba, a pesar de estar ya llagados todos sus miembros y sangrar por todo el cuerpo. Abriendo entonces su celda salió a la huerta y se arrojó desnudo sobre un montón de nieve. Después reco– giendo a manos llenas la nieve formó de ella siete bolas a modo de estatuas, y poniéndolas delante habló así con su cuerpo: "Mira, esta (46) "Horno habens animal suum, quamvis multum laboree magna deferens onera et quamvis ipsum bene pascat, tamen per viam non recte vadit sine virga correctionis; sic est de corpore poenitentis." Dicta B. Aegidii, 31. (47) "Exinde se tanta carnis maceratione afflixit, quod sanus et infirmus corpori suo nimis austerus exsistens, vix aut nunquam sibi voluit indulgere." Tres Socii, n. 14. (48) "Nunquam parcebat corpori Christi strenuus miles, exponens illud, tanquam alienum a se, omnibus tam operum quam verborum iniuriis." THoM. CEL. II, n. 21.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz