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220 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS la comarca y muchos que lo conocían decían que había de ser algo grande" ( 4 ). Después que hubo dado el último adiós a los placeres del mundo y se desposó con la Dama Pobreza, velaba con tanto mayor celo sobre la castidad de su corazón y de su cuerpo ( 5 ), tomando medidas, que nos hacen horrorizar, para combatir cualquier movimiento menos puro, que llegaba a notar. En el rigor del invierno se sumergía en una olla llena de hielo hasta tanto que hubiera desaparecido por completo el deleite carnal ( 6 ). Este rigor terrible nos admira tanto más cuanto que evidentemente no se trataba de tentaciones propiamente dichas contra la castidad, sino sólo de movimientos de sensualidad. Pero decía él que para un hombre espiritual es sin comparación más tolerable el sufrir un gran frío en el cuerpo, que sentir, por poco que sea, el ardor del deleite sensual en el espíritu (7). De esta manera conservó su alma y su cuerpo libres de toda mancha hasta su dichosa muerte. Aunque por lo demás confesaba ser un gran pecador, pero nunca se acusó de haber cometido falta alguna contra la castidad ( 8 ), de modo que el mismo Fray León, que fué su confe– sor, jamás pudo descubrir en él la más mínima sombra en este particu– lar. Más, al mismo Fray León le fué revelada en una visión la nunca mancillada inocencia del Santo. León vió en éxtasis una alta montaña, en cuya cumbre se paseaba Francisco solo. Preguntó admirado lo que aquel cuadro significaba. y una voz de lo alto le contestó: "El monte significa la virginidad, en cuya altura habita siempre Francisco, el castísimo siervo de Dios" ( 9 ). Su pureza inmaculada estaba impresa hasta en sus rasgos exteriores por manera que cualquiera que se acercara a él sentía involuntariamente la inocencia infantil del Santo, de quien escribe su primer biógrafo: "¡Oh, qué hermoso, qué glorioso aparecía en la inocencia de su vida, en la pureza de su corazón, en su rostro angélico!" ( 10 ). Para precaver en lo posible todo peligro, Francisco observaba suma ( 4) Tres Socii, n. 3. ( 6 ) "Rigidus in disciplina super custodiam suam stabat, curam permaxirnam gerens de utriusque hominis puritate servanda." S. BoNAV., c. 5, n. 3. (G) "Si qua, ut assolet, carnis tentatio eum quandoque pulsaret, in quadam fovea glacie plena, cum hiems exsisteret, se mergebat, in ea tam diu persistcns, quoadusquc carnalis omnis reccderet corruptela." THoM. CEL., I, n. 4-2. (7) "Tolerabilius viro spirituali fore incomparabiliter asserebat magnum susti– nere frigus in carne, quam ardorem carnaiis libidinis vel modicum sentire in mente." S. BoNAV., ibídem. (8) BE.RN . A BESSA, c. 5. (9) Vita fratris Leonis, Cbron. XXIV Gen-, Anal. franc., III, 68; BERN. A BEssA, ibídem. (10) "O quam pulcher, quam gloriosus apparebat in vitae innocentia, in puritate cordis, in aspectu angelico." THoM. CEL. I, n. 83.

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