BCCCAP00000000000000000000714

216 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS prohibió que en adelante siguiera haciendo así, advirtiéndole que le bastaba con cumplir la Regla de la Orden con la misma sinceridad de corazón y de vida. Poco tiempo después murió el Fraile en su simpli– cidad. Más tarde Francisco proponía sin cesar su vida como digna de imitarse, y al hacerlo nunca le llamaba Fray Juan, sino siempre San Juan ( 6 D). Y con razón, pues, según el dicho del Salvador ( 7 º), ese espí– ritu de niño, esta sencillez sin disimulo, sin pretensiones, desinteresada es la flor y nata de.toda perfección y santidad. Por eso quería Francisco asegurar a su Orden el espíritu de simpli– cidad y llaneza en todas las circunstancias y para todos los tiempos. Queriendo algunos persuadirle a que se arrimara algo más a la Orden de Benedictinos o Cistercienses o Agustinos, él se opuso al punto con resolución diciendo: "Hermanos míos, hermanos míos, el Señor me ha llamado por el camino de la simplicidad y humildad y este camino me ha mostrado en verdad para sí y para aquellos que quieren creerme e imitarme" ( 71 ). Estando para morir todavía exhortó a sus Frailes a que entiendan y observen siempre la Regla de la Orden en espíritu de simplicidad: "Así como el Señor me dió pura y simplemente decir y escribir la Regla y estas palabras (del Testamento), así pura y sim– plemente las entendáis y con santa obra guardéis hasta el fin" (7 2 ). En su solicitud por la simplicididad prevenía siempre a sus Frailes presentes y venideros contra el espíritu y sabiduría del mundo, que buscan más las aparencias que la verdad, más la verbosidad que los hechos, más la afectación que la probidad, más la manifestación al exterior que la perfección interior ( 73 ). "Hermanos míos, les decía, guardémonos de la sabiduría de este mundo y de la prudencia de la carne; pues el espíritu de la carne quiere y se empeña mucho en tener palabras, pero poco en tener obras, y busca no la religiosidad y santidad interior del alma, sino que quiere y desea la religiosidad y santidad que aparece al exterior a los ojos de los hombres. Estos tales son aque– llos de quienes dice el Señor: En verdr,d os digo, ya han recibido su galardón ( 74 ). Mas el espíritu del Señor quiere que la carne sea mor- (69) THOM. CEI,. II, n. 190. (70) MAT., XI, 25; XVIII, 3; Luc., X, 21. (71) "Fratres mei, fratres mei, Dominus vocavit me per viam simplicitatis et humilitatis, et hanc viam ostendit mihi in veritate pro me et pro illis, qui volunt mihi credere et imitari." Spec. perf., c. 68. (72) Testament., Opuse., ed. LEMMENs, 82; BoEHMER, 39. (73) "Haec est (sancta simplicitas), quae graecas glorias non optimas arbi– trans, plus eligit facere quam discere vel docere. Haec est, quae in omnibus divinis legibus verbosas ambages, o.rnatus et faleras, ostentationes et curiositates perituris relinquens, quaerit non corticem, sed medullam, non testam sed nucleum, non multa sed multum, summum ec stabile bonum." THOM. CEL. II, n. 189. (74) MAT., VI, 2.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz