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OBEDIENCIA Y SIMPLICIDAD DE SAN FRANCISCO 205 un cadáver diciéndoles: "Toma un cuerpo separado del alma y colócalo donde quieras. Verás cómo no opone resistencia porque le mueven, no se queja de su postura, no se molesta si lo dejan echado. Si lo levantan sobre una cátedra, no mira arriba con orgullo, sino que mira al suelo; si lo visten de púrpura aparece doblemente pálido. Así es el verdadero obediente. No inquiere por qué le mueven, ni se cuida dón– de lo colocan, ni pide que lo cambien de lugar. Si lo levantan a car– gos y dignidades, guarda su humildad acostumbrada; cuanto más hon– rado se ve, por más indigno se tiene" ( 2 º). Esta perfecta sumisión a la voluntad del Superior debe practicarla el Fraile Menor en todas las cosas, en todas las circunstancias, en todo tiempo. En todas las cosas. En cada una de sus reglas ordena Francisco que los Frailes obedezcan en todas las cosas, "si no son contra la conciencia y nuestra Regla" ( 21 ). En sus instrucciones espirituales se expresa aún más claramente: "Dice el Señor en el Evangelio: El que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo ( 22 ). Aquel hombre abandona todo lo que posee, que se pone todo entero en manos de su prelado por la obediencia. Y todo lo que hace y dice, si sabe que no es contra la voluntad del Superior, es verdadera obediencia, con tal que sea bueno lo que hace. Y si alguna vez el súbdito ve cosas me– jores y más provechosas para su alma, que las ordenadas por el Su– perior, debe sacrificar a Dios su voluntad y cumplir con toda diligen– cia las órdenes del prelado. Y esto es verdadera y caritativa obedien– cia, que agrada a Dios y al prójimo. Mas si el Superior manda al súb– dito algo, que es contra su alma, no le obedezca, pero tampoco lo abandone por eso; y si por ese motivo tiene que sufrir persecuciones de parte de otros, ámelos más por Dios. Pues el que prefiere sufrir per– secuciones antes que separarse de sus hermanos, ese permanece en la verdadera obediencia, pues entrega su alma por sus hermanos ( 23 ). Hay muchos religiosos, que aparentando ver mejor que lo que mandan los prelados, miran atrás ( 24 ) y vuelven al vómito de la propia volun– tad ( 25 ). Estos son homicidas y por sus malos ejemplos echan a perder muchas almas" ( 2 º). Los Frailes deben obedecer en todas las circunstancias. Por eso cuando estaba en juego la obediencia, Francisco no admitía excusas (20) Ibídem. (21) Regula I, c. 4, 5; II, c. 10. Opuse,, ed. LEMMENs, 29, 72; BoEHMER, 4, 34. (22) Luc., XIV, 33. (23) loAN., XV, 13. (24) Luc., IX, 62. (25) Prov., XXVI, 11. (26) Verba admon., c. 3; Opuse., LI.'MMENs, 6 s.; Bon1MER, 42.
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