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204 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS tabla redonda", como lo llamaba Francisco, a causa de su heroica obe– diencia y de su perfecta prontitud para todo lo bueno ( 10 ). Un día preguntó al santo Fundador, qué es lo que debía hacer, a lo cual con– testó Francisco: "Haz lo que quieras y vete a donde quieras." Mas habiendo pasado así cuatro días, como mejor le pareció, esta libertad vino a desasosegar tanto su espíritu, que se volvió a Francisco y le dijo: "Padre, envíame a donde quieras, porque con una obediencia tan libre mi alma no puede hallar reposo" ( 17 ). Más tarde morando en Agello, lugar junto al lago Trasimeno, fué llamado a Asís. Llególe la orden precisamente en un momento en que se hallaba fuera del Convento. Directamente emprendió la marcha hacia el lugar de destino, sin dejarse mover de los ruegos de los Frai– les, que le aconsejaban entrase por lo menos antes en el convento, que había habitado hasta entonces. "A mí se me ha mandado que vaya a Asís, y no que vuelva al lugar antiguo" fué la respuesta del obediente varón ( 18 ). Vemos por todo esto que también los discípulos se atenían literal– mente al propósito del santo Fundador, cuando dice: "Yo quiero fir– memente obedecer al Ministro General de esta Hermandad, y a aquel Guardián, que le pluguiere darme. Y así quiero ponerme en sus ma– nos que no pueda ir ni hacer contra su obediencia y voluntad, porque es mi Señor." Precisamente, la perfecta sumisión a la voluntad del Superior era lo que proponía Francisco siempre a sus discípulos como la única verda– dera obediencia. Afirmaba, que sólo aquella obediencia es perfecta, en la cual la voluntad propia del súbdito no hace ningún papel; que se puede sí llamar obediencia, cuando un súbdito pide una cosa al Supe– rior y este accede a la petición; pero que la obediencia completa y ple– na sólo existe cuando el Superior manda de por sí exclusivamente; que aquello es licencia, esto obediencia en el sentido propio de la palabra; que para salvarse basta aquella obediencia, pero que sólo esta segunda conduce a la santidad ( 19 ). Después decía suspirando: "Apenas hay un religioso en todo el mundo, que sea perfectamente obediente a su pre– lado." Y como los Frailes le instaran a que les describiera con más exactitud la perfecta y suma obediencia, les comparó el obediente con (16) "Beatus autem Franciscus videns fratrem Aegidium gratia et virtute perfectum et paratum ac promptum ad omne opus bonum, intime diligebat cum et de ipso aliis fratribus aliquando dicebat: Iste est miles meus tabulae rotundae." Vita fr. Aegidii, en "Anal. franc.", III, p. 78. (17) Ibídem. (18) Ibíd., p. 80. (19) "Concessas post petmonem proprie !icentias dixit, iniunctas vero nec postulatas sacras obedientias nominavit. Utramque bonam dicebat, sed aliam tutiorem." THoM. CEL. II, n. 152.

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