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192 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS divina les permite, me han atacado ahora con tanto furor solamente porque mi estancia en la corte de los grandes no causa buena impre– sión. Si mis Frailes, que viven en pobres moradas, oyen que yo estoy hospedado en palacios de Cardenales, sospecharán tal vez que ando enredado en negocios mundanos, que me regocijo en los honores y que abundo en delicias. Por eso tengo por cosa mejor que aquel que ha sido puesto por modelo, huya de las cortes y viva humildemente con los humildes en lugares humildes, para fortalecer con su ejemplo a los que sufren penuria." Así, pues, por la mañana se presentaron al Cardenal y después de haberle expuesto sus excusas se despidieron de él" ( 46 ). Pero lo más atractivo en esta santa pasión por el empequeñeci– miento, y al mismo tiempo la piedra de toque de la verdadera humil– dad, está en que Francisco apreciaba mucho y honraba a todos los demás. "Porque era el más humilde de todos, advierte Tomás de Celano, se mostraba lleno de miramiento para todos los hombres, acomodándose a las costumbres de todos, siendo entre los santos el más santo, entre los pecadores como uno de ellos" ( 47 ). "Veneraba, según testimonio de los Tres Compañeros, a los prelados y sacerdotes de la santa Iglesia, honraba a los ancianos, nobles y ricos, amaba tam– bién con ternura a los pobres, compadeciéndose íntimamente de sus miserias, y a todos era sumiso" ( 48 ). En la vida de San Francisco encontramos muchos ejemplos de esta estimación y de esta humilde sumisión para con todos los estados y clases y hombres. Vamos a citar uno solo. A su vuelta del Oriente iba cierto día el Santo acompañado de Fray Leonardo de Asís y como estuviera cansado del viaje hubo de cabalgar durante algún rato sobre un jumento. Mas su compañero, que le seguía a pie y estaba a su vez no poco fatigado, pensó dentro de sí mismo con cierto descon– tento: "A la verdad que no pertenecían al mismo estado sus padres y los míos: ahora él va a caballo y yo camino a pie guiando su asno." Apenas lo hubo pensado, bajó el Santo del jumento y dijo: "No, her– mano, no está bien que yo vaya a caballo y tú a pie, porque en el mundo fuiste más noble y poderoso que yo." Y diciendo esto, obligó a Fray Leonardo a montar, conduciendo él al animal ( 49 ). Por lo demás, era para Francisco cosa fácil y muy nanual el some– terse a todos los hombres, siendo así que se tenía por el mayor pecador (46) S. BoNAv., c. 6, n. 10. (47) "Quia erat humillimus, omnem mansuetudinem ostendebat ad omnes homines, omnium moribus se conforrnans, sanctior inter sanctas, inter peccatores quasi unus ex eis." THoM. CEL. I, n. 83. (48) Tres Socii, n. 57. (49) THoM. CEI.. II, n. 31.

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