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EL MANTENIMIENTO DE LA VIDA EN LA ORDEN FRANCISCANA 171 Hacia el fin de la vida de San Francisco, el trabajo a salario ya no era un factor digno de mención en la economía franciscana, por lo cual podía parecer a más de un Fraile, que con eso el trabajo en gene– ral había perdido su importancia, dándose así el peligro de caer en una ociosa vida de mendicidad. Francisco en su Testamento los previene resueltamente contra este peligro, diciendo: "Yo con mis manos tra– bajaba y quiero trabajar; y todos los Frailes quiero que trabajen de trabajo honesto; y los que no saben, aprendan, no por codicia de reci– bir el precio de su trabajo sino por el buen ejemplo y para echar de sí la ociosidad. Y cuando no nos dieren la recompensa del trabajo, acu– damos a la mesa del Señor, pidiendo la limosna de puerta en puer– ta" ( 134 ). El ulterior desarrollo de las cosas fué causa de que los Frailes, por muy activamente que se ocuparan en trabajos ya corpora– les, ya espirituales, se vieran pronto obligados a recurrir a la limosna como a única fuente de ganar la vida. Ahora en este lugar podemos trazar un parangón entre la Orden Franciscana y los otros Frailes mendicantes antes de Fra::icisco. Desde el siglo rv encontramos con frecuencia en la historia, monjes que eran propiamente mendigos de profesión, por codicia y por haraganería al mismo tiempo. San Paulina de Nola los fustig'.1- incidentalmente en aquellos sarcásticos versos: Qualia vagari per mare et terras solent Avara mendicabula, Qui deierando monachos se vel naufragos Nomen casumque venditant ( 135 ). Más extensamente describe y reprende San Agustfo. su ociosidad y avaricia en la obra De opere monachorum, en la cual leemos entre otras cosas: "El enemigo con su grandísima astucia ha esparcido en todas partes muchos hipócritas en hábito de monjes, hipócritas que van recorriendo todas las provincias sin ser enviados, que no se detie– nen en ningún lado, que no se fijan y establecen. Los unos venden reliquias de mártires, si es que de hecho lo son; otros andan con anchas filacterias y largas franjas, a modo de Fariseos; otros pretextan haber oído que sus padres o parientes se hallan en tal o cual región y que van a visitarlos; y todos piden, todos exigen o bien los gastos de una pobreza lucrativa o el precio de una santidad fingida" ( 136 ). Es claro que Francisco y sus discípulos eran precisamente todo lo contrario de estos infames monjes mendicantes. (134) Testament., Opuse., LEMMENS, 79; BoEHMER, 37 s. (135) S. PAuLINI, Poema, 24, v. 329-332; MmNE, Pat. lat., 61, 621. (136) S. AausTINI, De opere monacborum, c. 28, n. 36; M:aNE, Patr. Lat., 40, 575.
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