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EL MANTENIMIENTO DE LA VIDA EN LA ORDEN FRANCISCANA 165 ¿por qué en mi casa, que es tuya y de tus Frailes, me has hecho la afrenta de ir a pedir limosna?" Respondióle el Santo: "Más bien os he hecho honor, pues he honrado a un gran Señor. Pues Dios tiene suma complacencia en la pobreza y especialmente en la mendicidad voluntaria. Y yo tengo por una dignidad real y por insigne nobleza el seguir a aquel Señor que siendo rico se hizo pobre por nosotros", Y añadió: "Mayor deleite experimento en una mesa pobre, cubierta de pequeñas limosnas que en las grandes mesas, ocupadas con manjares sin cuento." Sumamente edificado por esto, el Cardenal dijo al Santo: "Hijo, haz lo: que bien te parece, porque el Señor está contigo" ( 1 º 5 ). Aun en las grandes solemnidades de la Iglesia solía Francisco ir a mendigar, si se le presentaba ocasión, pues decía que es conveniente que los hombres en esos días de fiesta coman también manjares de fiesta. Ahora bien, en los santos pobres y en sus limosnas se cumple precisamente aquella palabra profética: "Pan de ángeles comió el hom– bre." "Pan de ángeles, advierte aquí el Seráfico Doctor, llamaba con mucha razón Francisco aquel pan, que por inspiración de los ángeles es pedido por amor de Dios, es dado por amor de Dios y recogido de puerta en puerta por la santa pobreza" (1º 6 ). En un principio el santo Fundador iba a mendigar él solo, teniendo en cuenta amorosamente la timidez de sus primeros discípulos (1º 7 ). Pero aquel hombre de complexión débil y: educación delicada y gas– tado por el duro trabajo y la penitencia no podía sobrellevar solo por mucho tiempo esa carga. Además que también los otros Frailes tenían la misma profesión de pobreza que él, y parece que no estaban suficien– temente convencidos de ello, ya que ninguno estaba dispuesto a compartir con él las fatigas de la cuestación ( 1 º 8 ). Así pues poco a poco de una manera tan sabia como benigna pro– curó animarlos a ir por la. limosna. A la vergüenza, que los retraía de ir a mendigar, la llamaba enemiga de la salvación; y en cambio a la vergüenza, que se siente al mendigar, la tenía por santa. Alababa el que la tierna frente se ruborizara, pero no el que uno se dejara vencer por la vergüenza ( 1 º 9 ). "Los Frailes, ordenaba en su primera Regla, no se avergüencen de pedir limosna, sino más bien acuérdense que Nuestro Señor Jesu- (1º5) THoM. CEL., n. 73. Cfr. Spec. perf., c. 23, y S. BoNAv., c. 7, n. 7; (1'06) S. BoNAV., c. 7, n. 8. (107) "Nonnunquam seipsum exercitans et fratrum verecundiae parcens ipse solus in principio pro eleemosynis discurrebat." THoM. CEL., II, n. 74. (1'08) Spec. perf., c. 18. ( 109 ) "Verecundiam mendicandi inimicam saluti dicebat, verecundiam in mendicando eam quae pedem non retrahit, sanctam esse confirmaos. Nasci ruborem in tenera fronte laudabat, pudore confundi non ita." THOM. CEL. II, n. 71.

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