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EL MANTENIMIENTO DE LA VIDA EN LA ORDEN FRANCISCANA 163 pobres, le decía que sólo de esa manera sería completamente pobre. Los más menesterosos entre ellos, los perfectos pobres iban a mendi– gar. Si pues él había prometido la pobreza por Cristo, debía también ir por la limosna por amor de Cristo, para ejercitar en toda su perfec~ ción la pobreza (0 8 ). Por lo tanto, debía y quería ser mendigo, pi– diendo limosna por amor de Dios ( 99 ). El primer ensayo lo hizo Francisco siendo todavía seglar, poco des– pués de conocer por iluminación de Dios, que debía elegir a la Pobre– za por su esposa. Desde aquella hora deseaba verse en alguna ciudad, donde siendo desconocido pudiera trocar sus vestidos con los harapos de un mendigo y pedir limosna por amor de Dios. Pronto se le ofre– ció ocasión para ello durante una peregrinación a Roma (1° 0 ). Algún tiempo después se desposó para siempre con fa Dama Po– breza. Entonces consagró ante todo sus fuerzas a edificar la iglesia de San Damián. Mendigaba en Asís los materiales de construcción, gritando por las calles a las gentes: "El que me dé una piedra, recibirá premio sencillo; el que me dé dos, doble; el que me dé tres, triple". El sacerdote de la iglesia de San Damián le daba el alimento. Pero cuando Francisco notó que el pobre clérigo estaba solícito por presen– tarle una comida fuerte y sabrosa, entró en sí mismo y dijo: "¿Hallarás acaso en todas partes un sacerdote, que se muestre tan liberal contigo? No es ésta la vida de pobre, que tú querías elegir; tú irás de casa en casa corno un mendigo, con una escudilla en la mano y en ella recoge– rás los distintos restos de comida. De ese modo debes vivir alegre y voluntariamente por amor de Aquel, que nacido pobre, vivió como el más pobre en este mundo y desnudo y pobre estuvo pendiente de la cruz y fué enterrado en sepulcro ajeno". Lo dijo, tomó una escu– dilla y foé por la ciudad pidiendo limosna de puerta en puerta. Cuando después quiso comer los restos de comida mezclados en la escudilla, sin– tió por de pronto una repugnancia casi invencible, porque no estaba acostumbrado ni siquiera a ver una tal mescolanza, cuánto menos a comerla. Pero después de alguna resistencia se dominó y comió aque– llos manjares, y mientras comía le pareció que nunca había probado tionis; sed qui pro Christo mendicat maxime seipsum contcmnit et abiicit: ergo talis perfectissime agit." S. BoNAV., ibíd., 139, n. 29. (98) "Omnino pauperis, secundum quod pauper, actus cst egere et rnendi– care; ergo si esse pauperem bonum est, mendicare pro Christo laudabile est et perfectum." S. BoNAV., íbíd., n. 26. ( 99 ) Las fuentes acentúan de continuo, que Francisco al pedir limosna siem– pre alegaba este motivo y esta fórmula. El Speculum perf. (c. 23) reproduce más expresamente la instrucción de San Francisco: "Quum frater vadit pro eleemosyna, prius debet dicere: Laudatus et benedictus sit Dominus Deus! Pastea debet dicere: Facite nobis eleemosynam amore Domini Dei." (100) Tres Socíí, n. 10.

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