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EL MANTENIMIENTO DE LA VIDA EN LA ORDEN .FRANCISCANA 147 bién a él y a sus discípulos habían de presentárseles semejantes casos de necesidad. En 1212 ó 1213 intentó por primera vez emprender un viaje apostólico a Siria. Al querer ya volverse a Italia, rogó a los tripulantes de un barco que por amor de Dios le dej2ran navegar con ellos hasta Ancona; mas ellos se negaron a recibirlos a él y a su compañero porque no llevaban dinero para el viaje. Entonces Fran– cisco, confiando en la providencia de Dios, se metió ocultamente en la nave e hizo el viaje sin ser notado" ( 25 ). Es claro que esta manera de obrar se puede sí excusar por la buena fe del Santo, pero en sí no puede en modo alguno ser aprobada. De ahí se deducía que hay ocasiones en que los Frailes no pueden renunciar al uso del dinero. Aun más significativo es el caso que ocurrió pocos meses antes de la muerte del santo Fundador. Los misioneros que enviados por él habían ido a Marruecos, no podían allí procurarse limosnas en especie y por lo tanto recibían dinero para sufragar los gastos hechos en ali– mentos y vestido. Preguntado sobre el particular, el Papa aprobó este proceder y añadió: "Os dispensamos, para las mencionadas regio– nes, de la prohibición del dinero impuesta en la Regla, mientras os apriete la necesidad y lo aconseje la utilidad, presuponi~ndo siempre que no os seduzca la codicia para exponer engañosamente el estado de la cosa" ( 26 ). Tal es la sabia y moderada actitud que ya en vida del Santo adoptó en la cuestión del uso del dinero por los Frailes aquel mismo Hono– rio III, que había aprobado la Regla franciscana, y esa es la actitud que aún hoy observan la Iglesia y la Orden franciscana. Sólo que la dispensa para manejar dinero ha debido sobrevenir cada vez más a menudo en el transcurso de los siglos como consecuencia del uso siempre creciente del dinero. Y hoy este uso se ha hecho tan general y tan indispensable, que la Orden no podría ni trabajar ni existir ,iquiera sin esas dispensas. Nadie lo lamenta más que los hijos del esset forma paupertatis et excmplum, quod praecipue monstrare venerar homi– nibus." S. BoNAV., De perf.ectione evangelica, q. IV, a. l. Opera, V, 131. ( 25 ) "Nautas quosdam Anconam tendentes, ut eum securo transveherent, exoravit. V erum hoc agere pertinacius recusantibns propter defectum expen– sarum, sanctus Dei, confidens plurimum de Domini bonitate, navem lat:cnter cum socio introivit." Tr-roM. CEL., Tractatus de miraculis, n. 33. ( 26 ) "Cumque in terra illa gratis non possitis victualia invenire, pro eo, quod non panis, sed pecunia consuevit ibidem pauperibns in subsidium erogari, urgens necessitas vos compellit caritative recipere, sed parce, denarios, et expendere tantummodo propter cibum et vestes ... Nos laudabile opus vestrum piumque propositum attendentes, vestris supplicationibus inclinati super praedictis vobis– cum in illis regionibus, quamdiu praescripta vos arctat necessitas et invitat humilitas, misericorditer dispensamus: dum tarncn fraus non interveniat sive dolus, vel sinceritatem vestram cupiditas non seducat." Bula Ex parte, de 17 de marzo de 12:6; Bullar. francisc., I, 26, n. 25.
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