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EL IvlANTENIMIENTO DE LA VIDA EN LA ORDEN FRANCISCANA 143 guró que todo era un adid del demonio y dijo: "No se debe quitar el bien ajeno, hijo mío; el repartir bienes ajenos no t.rae premio del cielo, sino castigo del pecado." Siguieron pues su camino, ansiando llegar pronto al término de su viaje. Pero el Fraile, engañado por falsa compasión, no hallaba descanso. Por fin el Santo consintió en volver atrás hasta el sitio, no para cumplir el deseo del simple Fraile, sino para mostrar a aquel necio un misterio divino. Llam6 a un mu– chacho, que estaba sentado al borde de un pozo junto al camino, para que la cosa fuera confirmada por el testimonio de dos o tres. Diri– giéronse los tres hacia la bolsa y la vieron rebosando de dinero. Francisco, después de h::.ber orado, mandó al Fraile que levantara la bolsa. Tiembla el Fraile y se asombra y embargado por no sé qué extraño presentimiento ya no piensa como antes. Pero para cumplir la obediencia, cogió la bolsa con ambas manos. Y he ahí que una no pequeña culebra se deslizó silbando de la bolsa, mostrando al Fraile el engaño diabólico. Y el Santo le dijo: "Hermano, el dinero no es para los servidores de Dios otra cosa que el demonio y una serpiente venenosa" ( 14 ). Conforme con esto, Francisco sancionó también en las Reglas de su Orden la prohibición del dinero. No sabemos cómo estaba conce– bida esa prohibición en los primeros años; sólo nos aseguran los Tres Compañeros que Francisco en todas sus Reglas <lió preceptos contra el manejo del dinero ( 15 ). Pero por las severas ordenaciones sobre este particular, contenidas en las Reglas de 1221 y 1223, vemos que las circunstancias reales hacían cada vez más imposible el llevar a cabo en todo su rigor la prohibición del dinero de los primeros tiem– pos. A través de esas ordenaciones se siente cuán duramente chocaron en este punto el ideal y la realidad, y qué conflictos surgieron de ahí en el alma del Santo Fundador. En la Regla de 1221 se manda ante todo a los Frailes, "que ni por sí ni por interpuesta persona reciban dinero alguno" de los novicios que entran en la Orden ( 16 ). Después se determina que "los Frailes en retribución de su trabajo puedan recibir todo lo necesario, excepto dinero" ( 17 ). Por fin viene todavía un capítulo especial, muy extenso, que es del tenor siguiente: "El Señor manda en el Evangelio: mirad, cuidaos de toda maldad y avaricia y . guardaos de las inquietudes de ( 14 ) THoM. CEL. II, 68. Otro hecho semejante cuenta Tomás de Celano, II, n. 66. (15) "Pecuniam contem¡:sit in tantum, ut in omnibus regulis suis commen– daret potissime paupertate:n et omnes fratres sollicitos redderet de pecunia evitanda." Tres Soeii, n. 35. (16) Regula I, c. 2; Opuse., LEMMENs, 26; BoEHMER, 2. (17) Regula I, c. 7; Opuse., LEMMENS, 33; BoEHMER, 7.
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