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142 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS sión ( 1 º). Los Tres Cmnpctfieros por su parte advierten: "Cuando las gentes veían que los Frailes estaban llenos de gozo en medio de sus pruebas, que se entregaban con fervor y constancia a la oración y devoción, que no recibían dinero ni lo llevaban consigo y que se tenían mutuamente un grandísimo amor, sus perseguidores se conmo– vían y pedían perdón por las injusticias que les habían hecho" ( 11 ). Por su parte los Frailes tomaban de ahí ocasión para amar más y más la po– breza, y en especial para pisotear el dinero como barro y equipararlo con el estiércol de asno, según les había enseñado San Francisco ( 12 ). Pero un día uno de los Frailes no había despreciado debidamente el dinero, según le pareció al Santo. Fué el caso que un forastero había entrado en la iglesia de la Porciúncula y había dejado junto a la cruz una ofrenda de dinero. Un Fraile tomó en sus manos, sin reflexionar, aquel dinero y lo arrojó al saledizo de la ventana. Supo el Santo lo ocurrido e hizo llamar al Fraile. Acudió éste, pidió perdón y se echó en tierra dispuesto a recibir el castigo. Francisco le echó en cara y le reprendió ásperamente porque había tocado el dinero. Le mandó que cogiera con su boca el dinero de la ventana y lo echara fuera de la clausura sobre un montón de estiércol de asno. Mientras el Fraile cumplía esta orden, todos los que eso oían se llenaron de temor. En adelante todos despreciaron aún más lo que de esa manera había sido equiparado al estiércol y diariamente eran excitados con nuevos ejemplos a ese menosprecio del dinero ( 13 ). El más notable ejemplo de esta clase ocurrió en cierta ocasión en que el Santo pasaba con un compañero junto a Bari, en Apulia. En el camino encontraron una gran bolsa, de esas que en leguaje de comerciantes se llaman "cinto de onzas", toda llena de dinero. El compañero aconsejó al Santo y le instó a que cogiera del suelo la bolsa y repartiera el dinero entre los pobres. Apeló a su compasión con los necesitados e indicó que sería una obra de misericordia el repartir el hallazgo. Mas el Santo rehusó resueltamente hacerlo y ase- (1º) "Ipsi autem Christi pauperes neque sacculum in vía portant... neque aes sive pecuniam in zonis suis, non possidentes aurum neque argentnm ... " (IAcoBI VITRIAC., Historia orientalis, lib. 2, c. 32, en BoEHMER, Analekten, 103.) "Pauperes minores. . . neque pecnniam nec qnicquam alind praeter victum accipiebant et si quando vestem necessariam quisquam eis sponte conferebat ... " (BURCHARDI URSPERGENsrs, Chronicon, ed. AnEL-WEILAND, Monum. G.erm. hist. Script., XXIII, 376.) (11) Tres Socii, n. 41. (12) "In paupertate plnrimum laetabantur, quia non concupiebant divitias, sed .omnia transitoria spernebant, quae possent a mundi huius amatoribus con– cupisci. Praecipue vero pecuniam, quasi pulverem, pedibus calcabant, et sicut a beato Francisco edocti, ipsam cum stercore asini aequali pretio et pondere ponderabant." !bid., n. 45. (13) THoM. CEL. II, n. 65.

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