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136 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS y las circunstancias de "lugar, tiempo y clima" ( 112 ). Pero temía de continuo que también su Orden llegara a contagiarse del maldito lujo de vestidos, que por aquel tiempo dominaba entre seglares y religio– sos ( 113 ). Francisco prohibió rigurosamente el condenar a nadie por esa lujosa manera de vida: "Aconsejo y amonesto a los Frailes que no desprecien ni juzguen a los hombres que vieren vestidos de vestiduras blandas y de color y usar manjares y bebidas delicados; mas cada uno juzgue y desprecie a sí mismo" ( 114 ). Pero esa alusión a los vestidos pre– ciosos y de color de los otros justificaba plenamente su consejo: "Los Frailes se vistan de viles vestiduras... ; pues el Señor dice en el Evan– gelio: «Los que traen vestidos preciosos, y viven en la abundancia y tienen trajes delicados, habitan en los palacios de los reyes». Y aún a riesgo de ser llamados hipócritas no dejen de cumplir su obligación y no anhelen en este mundo trajes costosos, para que tengan una ves– tidura en el reino de los cielos" ( 115 ). Francisco previó el influjo, que a pesar de esta amonestación ejercería en su Orden la moda de los ves– tidos y dijo con el corazón afligido: "El rigor vendrá a relajarse tanto, la tibieza vendrá a dominar de tal modo que los hijos del padre pobre no se avergonzarán de traer vestidos hasta de escarlata, cuidando de mudarles el color" ( 116 ). Ya poco tiempo después Tomás de Celano debía hacer constar ( 117 ) "que era más claro que el día y que cada (112) " •.. secundum loca (residencias particulares) et tempora et frigidas regiones ... " Regula II, c. 4; Opuse., ,ed. LEMMENS, 67; BoEHMER, 32. (113) Podemos formarnos una idea del lujo de vestidos existente entre mu– chos monjes, teniendo en cuenta los estatutos que para reformar este parti– cular hicieron los cistercienses (S. STEPHANI ABBATis CrsTERCIENsrs, Exordium parvmn, c. 15; MIGNE, Pat. Latt., 166, 1507) y los cluniacensis (PETJ.U VENERABILIS, Statuta Congregat. Cluniac., c. 28; MrGNE, Pat. Lat., 189, 1030 s.), y viendo las decisiones de Concilios contemporáneos, por ejemplo las del Concilio de París de 1212: "Inhibemus districte illis (religiosis) auctoritate apostolica, ne chirothecis albis de corio, quibus uti solent saeculares, et quae sunt quasi signum lasciviae, utantur; vel calceamentis saecularibus, puta hosellis, vel calceis nimis strictis et peracutis vel pileis, quae vulgo dicuntur de coton, ve! opertoriis pretiosis, puta variis, vel griseis, vel de ciragraliis, vel de cuniculis, vel de venetis. Pannis etiam non utantur nisi nigris ve! albis, et non sumptuosis, aut satellis pictis vel discoloribus, suis vel alienis." HARDUIN, Acta Conciliorum, VII, 2007, X. (114) Regula II, c. 2; Opuse., ed. LEMMENS, 65; BoEHMER, 31. (115) Regula l, c. 2; Opuse., ed. LEMMENS, 27; BoEHMER, 3. (116) "Tantum adhuc laxabitur rigor, dominabitur tepor, quod filii paupe– ris patris etiam scarlaticos portare, colore solum mutato, minime verebuntur." THoM. CEL., II, n. 69. Entre los antiguos monjes hubo no pocos, que sedu– cidos por la maldita curiosidad de los vestidos (v.estium damnata curiositas) llegaron a pavonearse vestidos de escarlata, según lo atestigua PEDRO EL VENE– RABLE, ibíd., 1031. (117) Ibídem.
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