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EL IDEAL DE POBREZA DE SAN FRANCISCO m un monasterio determinado y a él quedaban ligados durante toda' :sü vida. Los Frailes Menores no se entregaban a Dios por voto para vivir en una casa, porque querían desplegar su actividad en todas partes ( 85 ) y no tenían un lugar propio en ninguna parte de este mundo. Ellos peregrinaban por amor de Cristo y sólo conocían lugare-s de peregi.'i– nación, conforme a las palabras del Salmo: "Tus justificaciones son ·el objeto de mi canto en el lugar de mi peregrinación" ( 8 º). Esta deno– minación en un principio era verdadera tanto en sentido figurado cámo en sentido literal, mientras los Frailes no tuvieron reúdencias, ·sihó que les ocurría encontrarse en una cueva, bajo una roca saliente o en otro lugar. Después que la vida ambulante se hubo limitado y juntado con la habitación fija, los "lugares" de los Frailes recibieron también en conformidad con la cosa el nombre de "casas". Pero eh la más antigua literatura franciscana nunca ocurre el nombre de con,– vento. Mas cuando en 1225 los ciudadanos de Erfurt preguntaron a Fray Jordán de Jano si quería que se edificara para los Frailes Meno– res una especie de convento, éste, que jamás había visto un convento en la Orden, respondió: "Yo no sé lo que es un conveato; hacednos una casa junto al río, para que podamos bajar a lavarnos los pies" ( 87 ). Este método de residencias fijas trajo consigo también otra cosa: fué la necesidad y licitud del uso de muebles. Era preciso tener los instrumentos necesarios para el trabajo manual de casa.. Había que procurar los libros indispensables a los que se dedicaban a trabajos intelectuales, para promover el estudio. Había que tomar las medidas necesarias para los Frailes enfermos. En general había que tener a mano los enseres indispensables para la pobre economía doméstica. Esto se entendía de sí mismo, y Francisco o bien permitió el uso de estas cosas expresamente o lo supuso con su silencio, pues "lo contrario sería una insensatez", como nota San Buenaventura. Por el contrario Francisco prohibía todo lujo en los muebles. Es ya significativo el hecho de haber prohibido el criar ganado y el ir a ( 85 ) Esto es lo que precisamente criticaba en los franciscanos que acababan de nacer, el cronista Mateo de París, benedictino nada afecto a los mendi– cantes. Según él el verdadero monaquismo está representado por los bene– dictinos y cistercienses: "Non enim vagabantur per civitates et pagos, non erat eis pro claustrali maceria oceanus, sed infra muros suos clausi, et stabiles conversantes." MATEO DE PARIS, Chronica maiora, ed. "Monum Germ. hist., Scriptores", XXVIII, 355, lin. 9 ss. ( 86 ) "Cantabiles mihi erant iustificationes tuae in loco peregrinationis ineae." Ps., CXVIII, 54. (87) loRD. A lANO, n. 43. ( 88 ) "Dico ergo, quod fratribus horum concessus est usus, sed vetatur appro·– priatio. Nam non dicit Regula, quod fratres nihil habeant nec aliqua re utantur, quod esset insanum; sed, quod nihil sibi approprient." De tribus quaestioriibüs, ed. Opera, t. VIII, 333.
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