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EL IDEAL DE POBREZA DE SAN FRANCISCO 129 encontrar una casa tan grande. Temía que los Frailes edificaran en todas partes casas semejantes, si tal cosa se toleraba en la Porciúncula, que era el modelo y ejemplar de toda la Orden. Por eso ¡:ronto tomó su resolución; subió al tejado, comenzó a echar abajo tejas y tablas y exhortaba a los otros Frailes a que le ayudaran a destruir aquella grande casa. Pero apenas había comenzado su obra de Jestrucción, cuando se presentó la guardia de la ciudad, cuyo capitfo era precisa– mente el hermano carnal de Francisco ( 73 ), y mandó cesar, advir– tiendo que el edificio había sido levantado por la ciudad de Asís y que era propiedad de los ciudadanos. "Bien, dijo Francisco, si la casa es propiedad vuestra, no quiero toc2rla." Y permitió que los Frailes vivieran en ella como huéspedes (7 4 ). También quería que fueran pequeñas las iglesias de la Orden aún a riesgo de no poder contener las muchedumbres del pueblo con oca– sión de sermones u otras solemnidades. Y daba la razón de su precepto diciendo: "La humildad es mayor y el ejemplo más poderoso, si los Frailes se van a otras iglesias a predicar. Y si alguna vez vienen pre– lados, clérigos, religiosos y legos al lugar de los Fraiks, le, predicarán las casas pobres, las celdas y las iglesias pequeñas, y de ello se edifi– carán más que de palabras" ( 75 ). Durante el período de vida ambulante de la Orden se podía salir de apuros con habitaciones tan pequeñas. Pero bastaron algunos pocos años de vida sedentaria para comprender que en interés de la salud y de la disciplina era menester construir casas más espaciosas, sin faltar a la pobreza y sencillez de los edificios. Son significativEs a este res– pecto las palabras de Bernardo de Bessa: "Francisco tenía su gusto en pobres habitaciones, y más en casitas de madera que en casas de piedra. Con frecuencia moraba con algunos pocos Frailes en eremi– torios, donde en vez de tapias los setos espinosos servían de clausura, y estrechas cabañas hacían veces de casas. Pero en las ciudades no permiten ni la malicia de los hombres ni la muchedumbre de Frailes llevar ese género de vida" ( 76 ). San Buenaventura explica esto más claramente: "Los seglares, que con frecuencia salen afuera, no nece– sitan en casa mudar de aire; pero los religiosos, encerracos en celdas estrechas, se ponen pronto débiles y enfermos e incapaces para los estu– dios si en su casa no tienen aire puro y sano ( 77 ). Preferi:nos las casas grandes a las pequeñas, pues en aquéllas se puede conservar más fácil– mente la disciplina ... ; la devoción es mayor, el orden n:.ás exacto, el (73) Eccr,EsToN, coll. 6, p. 40. (74) EccLESTON, ibíd.; THoM. CEL, II, n. 57; Spec. perf., c. 7. (75) Spec, perf., c. 10. (76) Liber de laudibus b, Fr., c. 4, 31, (77) Determinationes quaest., ibíd.
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