BCCCAP00000000000000000000714
114 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS fué, además de simplificar la economía doméstica, tomar para explo– tarlas ellos mismos las extensas posesiones de tierras y labrarlas por medio de hermanos legos, en oposición al anterior sistema de arrenda– miento, en el cual hacían labrar las granjas por medio de colonos ( 4 ). Y precisamente el nuevo sistema de trabajar por sí mismos la tierra, produciendo los mayores resultados con el menor gasto de fuerzas, trajo muy pronto consigo un nuevo enriquecimiento de las Abadías. Así es que en el transcurso del siglo XII fueron haciéndose cada vez más fuertes y violentas las quejas contra la inmensa riqueza de los monasterios y del clero feudal. La reacción promovida en contra por Pedro de Waldo desde el 1173, proponiendo el principio de la absoluta renuncia a toda posesión ( 5 ), degeneró al cabo de 10 años en herejía ( 6 ). Por eso cuando Francisco tomó ese mismo principio de la total desapropiación, los más celosos e ilustrados príncipes de la Iglesia dudaron de la posibilidad de su realización. El Obispo Guido de Asís, a quien el Santo comunicó su propósito, a pesar de la admiración que sentía por Francisco y sus Frailes, no pudo sin embargo menos de advertir: "Esa manera de vida, sin poseer nada en el mundo, me parece dura y difícil." Francisco respondió: "Señor, si nosotros tuvié– ramos bienes, necesitaríamos también armas para defender nuestra po– sesión. Pero esto lleva a los más lastimosos procesos y litigios, que tan frecuentemente perjudican al amor de Dios y del prójimo. Por eso preferimos no poseer bien alguno temporal en este mundo" (7). De igual modo contestó a los reparos del Cardenal Juan de San Pablo que le quería decidir a unirse a una Orden que tuviera posesiones, ya fuera de la regla benedictina, ya de la agustina ( 8 ). Asimismo el Papa Inocencio III indicó las dificultades casi insupe- (4) Cfr. P. EBEJlHA'RD HoFFMANN, Ord. Cist. Das Konverseninstitut des Zisterzienserordens, Friburgo de Suiza, 1905, donde se halla también reprodu– cido (p. 27) el importantísimo capítulo XV del Exordium parvum, del Císter, compuesto en 1120 por el abad Esteban. (5) Cfr. KARL MüLLER, Die Waldenser und ibre einzelnen Gruppen, Gotha, 1886, 7 s. (6) Los valdenses, que volvieron a la Iglesia, es decir, los "Pobres católicos" en Francia (desde 1208) y los lombardos "reunidos" en Italia (desde 1210) mantuvieron después de su conversión el principio de la renuncia a toda posesión (cfr. J. B. PrERRON, Die katboliscben Armen, Friburgo de Brisgovia, 1911, 173, 176); pero tuvieron muy poca importancia y desaparecieron al cabo de algunos años. (7) Tres Socii, n. 35. El mismo obispo Guido tenía procesos semejantes c:on los crucígeros y con los benedictinos del Monte Subasio. Cfr. Opera Honorii JI!, ed. HoRoY, Medii aevi biblioteca. patrística, series prima, París, 1879, I 163, 200; PoTTHAsT, Regesta R01n. Pont., Berolini, 1874, n. 7728, 7746. (8) THoM. CEL. I, n. 33.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz