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PRÓLOGO 9 inmensa, cuaizdo ese ideal no se ha de realizar solamente por el que lo ha concebido, sino que debe ser propuesto a una sociedad que se extiende por todo el mundo. No hay duda que Francisco permaneció durante toda su vida fiel á sus ideales, pero la realización práctica de esos ideales traía consigo cierto desenvolvimiento. Éste en muchos puntos no se terminó sino haciá et fin de la vida del Santo; en otros cdsos, en que las circunstan– cias externas influían con una fuerza especial, como en las cuestiones de la pobreza, del apostolado, de la ciencia, hubieron de pasar varios decenios hasta que pudieron armonizarse el ideal y la realidad. Por lo mismo nuestra exposición puede en muchos capítulos limitdfse a la vida del Santo, mientras que en otros debe extenderse también a las primeras generaciones de la historia franciscana. No deja de sorprender el que hast;f hoy no exista trabajo alguno de este género. Poseemos, es verdad, varias buenas biografías de San Francisco, no pocos estudios especiales sobre diversas cuestiones particulares de la primitiva historia franciscana y sobre todo una abun– dante literatura relativa a la crítica de las fuentes. También han apa– recido algunas obras de gran mérito que tienen puntos de contacto con la nuestra, especialmente: P. UBALD n'ALENQON, L'ame francis– caine ( 2 ); HEINRICH TILEMANN, Studien zur Individualitat des Fran– ziskus von Assisi ( 3 ), y F. lMLE, Der Geist des heiligen Franziskus und seiner Stiftung ( 4 ). Pero estas obras no expresan en todas sus partes el tipo individual peculiar de San Francisco. Y sin ernbargo eso es lo más interesante y lo más importante en toda la aparición y en el gran movimiento, que tiene su origen en el Patriarca de Umbría. No nos interesa a nosotros lo que tiene de común con otros héroes y santos de la historia, y con otros fundadores y órdenes religiosas, sino aquello por que se distingue de todos los demás y que constituye su especialidad, es decir, su personalidad, su alma, su espí– ritu, su ideal. Este ideal ha dado origen a la época magnífica, que llamamos siglo franciscano. Este ideal hubiera sido capaz de preservar los siglos si– guientes de la crisis, que did ocasión al Cisma de Occidente con todas sus desastrosas consecuencias. Este ideal hubiera sido capaz de curar a la sociedad actual de su casi desesperada dolencia. Los hijos de San Francisco, antes que nadie, deben estimar y tener en mucho este ideal, ( 2 ) 2s1 edición, París, Librairie St. Fran9ois, 1913. (3) Leipzig-Berlín, Teubner, 1914. (4) Mergentheim, Ohlinger, 1921.

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