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••• 9 ºLOS CABALLEROS DELA TABLA REDONDA" 8 L jo~en rico, __hijo del c_omerciante Bernardone, se ~ab~~ con– vertido en atgo extrano y atrayente, era la adm1rac10n de toda la comarca. Simpático y sin respeto humano, movido por un viento de Dios, hablaba con palabras llenas de emoción . Las gentes le escuc::iaban con gusto. Contaba anécdotas y cuentos, recitaba el Evangelio , invitaba a la paz y a la conversión y cantaba. Aparecía en una sociedad triste como el profeta del optimismo, y lo mismo sus joviales compañeros . El primero que le siguió fue un hombrecillo sencillo y piadoso, del ce.al no se ha conservado ni el nombre. Después se le juntaron Berna:-do de Quintavalle; Pedro Cataneo; Gil, tan simple; Silvestre, sacerdote; Morico, snfermero de una leprosería; Bárbaro; Sabatino; Bernardo de Viridante; Juan de San Constanzo; el caballero Tan– credo de Rieti; Felipe el Largo, de quien se cuenta que predicaba "admirablemente y libaba en las Santas Escrituras como una abe– ja... ", y Juan de C::pella. Era la tropa más variada llegada de todos los escalafones soci ales y con nombres de leyenda. Ya tenía doce discípulos. Para comenzar, como Jesús, no esta– ba mal. Los reunió y los llamó "Caballeros de la Tabla Redonda". Francisco era festivo e imaginativo. Nunca hubiera entendido un cristianismo triste. Deberían cantar como juglares, ir descalzos, ser alegres, vocear la paz - sí, "vocear"- por las aldeas, por las ciuda– des, al llamar a la puerta de las casas y hasta-por el campo, aunque sólo oyesen las avecillas y las nubes ... y ser hermanos de los más pobres de todos . "Sed perfectos, manda Dios, quien quiera venir en pos de mf, niéguese... " Es el medo. El dinero es como lodo. Y sed hermanos de los pobres más pobres de todos. 23 •••
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