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(Yo tamtién vest/2 un sayal pobre, remendado, como el de los mendi– gos que ped/an limosna a 1 a entrada de la muralla de Asís. Y ceñido con una cuerda. Debla parecer ur; frailecito para colocarme en una cómoda. Fray Maseo que era un "fra//'5r. grande" me tiraba por el aire... ). Pero no me salió bien la estrategema. Francisco advirtió mi picard/a de niño, desató con cuidado .:as "cuerdas" y muy despacito se marchó. Cuando desperté, vi la puerta abierta, me levanté y me interné por un senderito del bosque. - iDios rriío! Escuché 'Jn rumor de conversac,on, de plegarias susurradas. El Padre Francisco estaba hablanoc con Dios, metido en una claridad que me cegó... Yo me desmayé. ¿cuánto tiempo pasó nasta que desperté? En el sué'ío el "Hermano León", secretario de Francisco, me contó esta historia... 12