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bliotecas de loÉ conventos en que radican nuestros cursos, que son Alsastia, Fuenterrabía, Estella, Pamplona. Con relación a ese mismo fin de cultura, y aún a otros superiores fines ha de ser muy ventajosa la frecuentación de centros de enseñanza superior por nuestros jóvenes religiosos. La tradición de los que en Lovaina, Friburgo (Sui– za) y principalmente en Roma, como también en otras Universidades de España cursaron honrosamente sus estudios universitarios, la continúan hoy varios es– tudiantes en Roma, Munster, Barcelona y Zaragoza. Como se ve en la presente estadística, son relativamente numerosos los re¡jgiosos de la Provincia, .que han obtenido los grados de Doctor o Licenciado en Teología, Filosofia, Sagrada Escritura, y Derecho en distintas Universidades nacionales y del extranjero. Por eso no es de extrañar, que conociendo los Superiores de la Orden el florecimiento intelectual de la provincia, hayan acudi– do a esta, en demanda de profesores para los Comisariatos que están en perio– do de formación, como el de Cracovia (Polonia), y carecen de personal apto para la enseñanza, que se debe dar a nuestros filósofos y teólogos. El Seminario Lateranense ha acudido por medio del P. General a la Provin– cia ofreciendo la plaza y cátedra de Sagrada Escritura en dicho centro docente a uno de nuestros Padres, para sustituir en su oficio al ilustre y sabio P. Miguel Hetzenauer, verdadera lumbrera de la Iglesia, quien durante más de veinte años ha desempeñado con grande honra para la Orden tan delicado cargo. Merece apuntarse aquí como buen síntoma, que nuestros religiosos princi– pian a escribir para el púbHco en libros y revistas; no es raro leer sus firmas al pie de un trabajo literario o científico, en publicaciones regionales o aún extran– jeras. De los nuestros, uno ocupa un puesto entre los Academicos de número de la Academia de la Lengua Vascongada,- y otro, el de Académico correspondien– te de la misma. Son también dos los que ejercen el cargo de Censores de libros ea la diócesis de Pamplona. Acción religiosa. No puede decirse que sea baldía en nuestros sacerdo– tes la gracia de su sacerdocio, ni que ellos detengan en sí, como cautiva, la po· testad divina que recibieron en su sagrada ordenación. Que realmente se mueve, lo acreditan bien los datos consignados en esta Estadística, aún siendo harto incompletos. Que ese movimiento no es, en manera alguna, estéril y vana agita– ción externa, antes bien que se produce 1--m virtud de una idea y de un espíritu de apostolado, es cosa puesta de manifiesto por la estimación singular en que tiene a los FF. Capuchinos y a sus ministerios,· la gente toda, clero y pueblo, a cuya vista vivimos; cuyo trato y comunicación hace frecuentísimos el obligado inter– cambio de servicios, espirituales de nuestra parte, temporales de la suya, consi– guiente a nuestra profesión. En el campo del ápostolado, se extiende nuestra acción más allá de los limi– tes de la Provincia, por las dilatadas regiones de dos grandes repúblicas sud-ame– ricanas, Islas Filipinas y el Vicariato Apstólico de Guam en las Marianas. Más de la cuarta parte de los religiosos de la Provim:ia se hallan evangelizando estos paises dedicándose a los más variados ministerios con gran celo de parte de ellos y con mayor estimación de los pueblos. El entusiasmo por las misiones de infieles, principalmente entre nuestros jóvenes, ha obligado a nuestros Superiores a enviar algunos Padres al Vica- 6

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