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Reconozco las l'agitnas de que·adólece, y ojalá que esto ani111ara a alguno a presentarnos una historia completa y escrupulosamente crítica de nuestra Or 0 den, y con esto daría por bien pagados mis trabajos y fatigas. En estós momentos, próximo a dejar terminado y ultimado este in~ignifi– cante e!'!ttidio, como un recuerdo del IV Centenario, no rtie resta, al recordar la lucha sostenida por nuestros primeros Padres por ser fieles en la imitación del Seráfico Patriarca; al contemplar en breve síntesis su rápido desarrollo, y la esti– ma de q·ue gozaron entre el pueblo, la nobleza y los reyes; al ad'mirar su asom– broso y fecundo, apos'tolado coronado con esa resplandP.ciente e··inmortal cororia de Santos, sino lev,rntar mi voz, mi corazón y mi mente a ese cielo esplen– doroso, p,edestal inmens,o del solio del Altísi¡no, y alabar y rendir accio_nes de gracias al Dios Omnipotente que hizo estupendas maravillas con ini Seráfica Orden Capuchina, po:rque ha sido grande su ªllJºr y misericordia para con ell.a. Pamplona 18 de Septiembre de 1928.