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Íaboriosidad del P. }osé dé fremblay, aicanzan tin extraordinario desarrolio, ex– tendiéndose por el Asia Menor, Grecia, Mesopotamia y Persia. En 1583 los capuchino,s suplican al Cardenal Protector solicite del Papa Sixto V y de FeHpe II de Éspaña autorización para ir a misionar a las Indias Occidentaies. El Papa se contentó con alabar el fervor de los capuchinos, no atreviéndose a dar su consentimiento sin la anuencia del Rey de España, que no accedió a tales deseos. · En 1645 pudieron ir a las Indias, que respondió a los trabajos de los mi– sioneros. En el Congo empezaron sus trabajos apostólicos los capuchinos españoles merced a las negociaciones, con Felipe IV de España, de Fr.. Francisco,de Pam- plona, fundador de las m.!~iones Sud-americanas. , _, Mas es en el año de 1622, con la fundación de la «Propaganda Fide», en la qu'é parte tan principál tuvieron los Capuchinos, cuando se abren nuevos ori– zontes al fervor y entusiasmo de l_os Capuchinos, que en alas de.su celo y de su amor irresistible recorren_el planeta en todas direcciones, y se dividen en todo el mundo conocido, pues desde esta época Europa no ofrecerá bastante campo a su celo; y sin abandonar lás misiones de Moscou, de Astrakan, de Nisna en Ucra– nia, Constantinopla :i, Grecia, se extenderán por todas las comarcas del Asia, y como si no fueran suficientes a sus ansias conquistadoras las regiones del Asia menor, de la Georgia, de Palestina, de Mesopotamia, del Thibet, de Napa!, etc. se internan en el Africa, y en el Cairo, y en Túnez, en Angola y en el Congo, predicando con verdadero entusiasmo la verdadera fe; y siguiendo el camino que abriera Colón marchan por él a regar el Nuevo continente con sus sudores, con el fin de hacerle brotar flores para Cristo y para su Iglesia. Mas no olvidemos, que si este espíritu se amortigua, si esta expansión evangelizadora decae, si las misiones se ven obligadas a pasar una crisis agu– da y muchas son abandonadas, quizás, para no volver a retoñar en muchos años, debido fué a esas luchas políticas y religiosas de los siglos XVIII y XIX durante las cuales las Ordenes religiosas perseguidas y disueltas , se vieron obliga– das a llevar una vida raquítica y miserable. Mas pasados tiempos tan calamitosos con sus horrorosas consecuencias para la vida religiosa de las naciones y de los pueblos, podemos hoy gloriarnos, de· que ese espíritu misionero, ha vuelto a resurgir con nuevos bríos y con ma– yores fuerzas de expansión; y la Orden Seráfica tan perseguida, hoy ve con or– gullo a sus hijos repartidos en las cinco partes del mundo, ocupando el tercer lugar en las avanzadas del ejército misionero, pues cuenta con un total de 1.171 religiosos , que trabajan en 47 misiones, contando en este número los misioneros in sensu latiore. Dependientes de la Sagrada Congregación _de Propaganda cuenta la Orden con 28 misiones con 680 religiosos capuchinos, que tienen a sus cuidados una población de más de 106 millones y medio de acatólicos, con 60.632 católicos. Tienen para la educación de los niños 771 escuelas inferiores, y 59 superiores. Han montado en algunas regiones talleres de tipografía, que en total son 9 con 107 operarios. Al cerrar estos breves apuntes sobre la vida misional desarrollada de una manera tan extensa y tan intensa por la orden seráfica, no puedo menos de re– cordar entre los innumerables misioneros que nos han precedido, al Eminentí- xxvm

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