BCCCAP00000000000000000000711

de tantas caiamidades, si frecuentaban las «Cuarenta Horas». V reunido el Se– nado dieron comienzo las funciones de las XL Horas, (que hasta esta fecha se celebraban sin aparato externo), con esa extraordinaria grandeza y majestad eón que las revistió nuestro P. José, que conmovía hondamenté al pueblo reunido. Muy pronto ante los .resultados tan benéficos, que sobrevinieron a la ciu– dad de Milán, se extendió esta costumbre.de las XL Horas en forma solemne, por casi todas las regiones de Italia, que servían de teatro a las luchas de Car· los V y Francisco I, y de aquí se propagó esta devoción por Francia, Bélgica y España merced al celo de los capuchinos. En este mismo entuiaiasmo por la Eucaristía, ardía el Capuchino P. Adolfo de Bouzille, que en 1883°establece en Nantes la cofradía de la Comunióñ Sema– nal que extendida rápidamente por varias regiones de Francia se propagó en Bélgica y Suiza, mereciendo del Papa León XIII el que al año siguiente 1884 la elevara a dignidad de Archicofradía. No menos hermosa que la anterior, y de grandes frutos prácticos es la ins– titución eucarística fundada en Lugo en 1907 por el Capuchino P.Juan de Guer– nica, y que conocida con el nombre de Jueves Eucarísticos se encuentra exten– dida por casi todas las p=trroquias de España, donde se celebra, con tanta so– lemnidad la hermosa· comunión del jueves, por sus asociados, que a las tardes vuelven a reunirse ante el Sagrario para celebrar la Hora Santa. Y con el culto a la Eucariftía y e,l amor y devoción al sacramento de nuestros Altares que siempre ha profesado la Orden Seráfica, ha ido unido el amor y de– voción a la VirgE,n, que tantos enamorados ha tenido en la Orden Capuchina, no olvidándose de engnmdecer esta devoción ante el pueblo; y un Capuchino el Cardenal Barberini compone la coronilla en honra de la Concepción I11maculada de María; otro hijo de Psta seráfica religión es el gran apóstol de la devoción de las «Tres Ave-Marias»: 11tn Capuchino el hijo de los Marqueses de Paulucci, Jerónimo de Forli, llama:fo el «Apóstol de María» es el que dió principio a la tierna y conmovedora y entusiasta ceremonia de la Coronación de las «Imágenes de María,»· tan en boga en nuestros días. Pero donde la Oréen Seráfica ha dejado escritos todos sus amores para María', es al proclamarla «Pastora de las Al0as». El Capuchino P. Isidoro de Sevilla en 1703 presenta a la adoración de los sevillanos un cuadro de la Virgen, vestida con el pellico y báculo de pastora. El efecto fué maravilloso; un entusiasmo indescrlptible se apoderó de las mu– éhedumbres y Sevilla la puso desde entonces entre sus devociones: favoritas. El Beato Diego José de Cádiz, el P. Pablo de Granada, el P. Antonio de /llora, fueron los grandes apó$toles de e$ta devoción, que muy p:-onto se exten– dió por España, y pasando las fronteras se propagó por las Américas, pues los Capuchinos proclamaron a María Pastora de las almas, como Patrona de todas sus misiones. Varias son las hermandades de Religiosas que se han fundado con el nombre de «Religiosas de la Divina Pastora» y sentimos, el no poder dar una nota aca– bada de los prodigios obrados en las almas por la devoción tan tierna, tan poé– tica y a la vez tan amable, de Mai,ía vestida de Pastora. XXVI

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz