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' tas recaerán sobre el.Capuchino San Loremw de Brindis, q~e al frente de las tropas del Archiduque de Austria, presértta batalla a las tropas sitiadoras de Belgrado, y Mahomet se ve obligado a retirarse con sus 80.000 :iombres en ~er– gonzosa huída; y Austria y Hungría Unidas con el mundo católico recordarán con veneración el nombre d~} P. Marcos de Aviano, que liberta a Viena del ejército invasor de los Turcqs, .que amenazaban a la cristiandad; y finalmente recorq~mos el nombre de San Fidel de Sigmaringa, que muere víctima del odio protestante en defensa de la fe y de los intereses de Austria; Y Francia, en aquella época terrible de luchas contra el protestantismo, .le– vantará un monumento a la memoria de los Capuchinos «alma de la liga contra l.os Hugonotes» y ve11ernrá al P. Angel de laJoyeuse, organizador de la defen– sa Católica, ,y caerá rendida ante la laboi: del gran diplomático P. José de Trem– blay, gran baluarte del catolicismo, consejero y brazo derecho del Cardenal Ri– thelieu, y a cuya pericia se debe la toma de la Rochela, plaza fuerte desde don– de el protestantismo se encastillaba para lanzar sus tiros impunemente, conside– rándose inexpugnable. Y cuando suena la hor,a de la Gran Revoludón Francesa, que conmueve los cimientos de las naciones europeas, y muchos tro!]OS se bambolean, y muchos cetros y coronas caen rotos y deshechos en tierra, los Capuchinos son !Os pri– meros en resistir a aquellasJeyes anti-católicas y en preparar al pueblo a la de– fensa de su fe: y por esto a 'nadie debe sorprender que sobre ésta Orden recai– gan, con más ociio y rencor las furias de la barbarie revolucionaria, conocedores como estaban de la influencia preponderante que en el pueblo ejercía; pues la impiedad, dice un autor, no podía perdon¡:¡rles la herencia bendita de gloria·y de virtudes , que habían legado a las edades anteriores. (La Revl. · et les Cap. pag. l7t). . . · ·.. . . · ' Francia Católica ha entonado un himno de amor y de gratitud a los 3.720 Capuchinos vilmente pers eguidos, encarcelados e inicuamente desterrados de sit patria y de .su hogar, y de ese him'no cariñoso, es una nota simpática, alegre y arrobadora, aquel acento doloroso , brotado de labios •de. un escritor, y que por nacer envuelto entre recuerdos de sapgrientas matanzas, de horrendas tor– turas, de horrorosas escenas de caníbales, parece que encierra mayores subli– mid:1des y más delicados encántos: A los virtuosos capuchinos, dice, a esos ánge– les de paz, se les destierra de Francia, porque·Francia no es digna de poseer– los. Ellos llevan a una tierra extraña las bendiciones de Dios; ellos quieren can– tar lejos de sú patria las alabanzas del Altísimo, mientras que esta desventurada Francia abre sus puertas a todos los bandidos extranjeros, . mientras que los acentos de esclavitud, de furor y de blasfemia, que ellos llaman libertad, resue– nan en sus banquetes y orgías. No , no , tan horrendos crímenes no pueden que– dar largo tiempoimptmes. (O. C : pag. 176.) •Si más pruebas necesitamos del patriotismo de los Capuchinos, recordemos la guerra de nuestra Independencia e¡,pañola;y Bailén, Cádiz, Valencia, etc. etc. presentarán cuadros de heroicos capuchinos puestos al frente dé las guerrillas, verdaderas plagas devastadoras del ejército francés; otras veces acudirán al frente de batalla, y unidos 'en íntima amistad con las tropas, trabajarán en las fortifi caciones y les servirán de cantineros y enformer<;>s; y merced a esta labor del capuchino y a la predicación de Beato Diego José de Cádiz, España no se dejó dominar porlas doctrinas volterianas, que habían ya minado la Corte de XIX

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