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nueva represalia de parte de tos 0bservante's, formándose para dictaminar sen- tencia un tribunal formado por seis Cardenales. . . . En. estas luchas y discusiones nunca faltaba la defensa de Victoria Colonna, haciendo resaltar en sus cartas a los Cardenales amigos, la injusta opresión que contra los Capuchinos hacían en todo tiempo los 0bservantEs;y aunque en es– ta discusión escribió al Secretario del Papa, manifestándole que los ·Cardena– les Contareno , Guinucio y Simonetta, que forma.han e;J tribunal , habían, oído la verdad, ~/confesaban ser un gran pecado cerrafJa puerta a los 0bsemantes que quisieran ingresar en la Orden de los Capuchinos;'. con <todo perdió el pleito, pues el Papa deseoso de cortar estas discusiones dict,~IÍJ}i'l•ó,_escuchado ·el pare– cer del tribunal, que los Observantes no pasasen a la :¾e:!Sfma sin licencia in scriptis de. sus superiores, bajo pena de excomunión y pri'vación de oficios. Al día siguiente 4 de Enero de. 1538 en otra carta pontificia les- prohibía ex– tenderse ad partes ultramontanas. En Septiembre de 1538 y en la ciudad de Florencia reuníase el Capítulo Ge– neral, en el cual era elegido Vicario el celebérrimo P: B~rnardinc/ Ochino de Sena, que por sus cualidades excepcionales y por el gran impulso dado a la Or· den, mereció se le reeligiera en el cargo durante el Capítulo de 1541. La obsfinada y eterna lucha sostenida por los enemigos de esta Reforma, debía de agravarse en ei tiempo de su generalato, y a punfo estuvo, después de tan ruidosas victorias obtenidas, de perder la última hatalla, y sepultar con él. a la Orden, en la más horrenda e ignominiosa caída'. · · · LosObservantes siempre en acecho, no pierden ocasión algun¡¡. de presen– tar batalla y lanzarse al campo, ansiosos en todo tiempo de lograr la supresión de la Orden. Propalan de nuevo mil falsas acusaciones, se tilda de herejía al Vicario General, y a todas estas fábulas hace frente la aguerrida Victoria Co– lonna, que 'en una carta dirigida al Papa refuta con estilo brillante y energía va- . ronil, las'füil patrañas dé los enemigos, y ruega al Papa imponga silencio ,.a los que después de haber conseguido cerrar las puertas, trabajan diariamente por destruirlos levantando contra ellos nuevas acusacionés. · • . Esta carta fechada en :Lúca el 16 de Septiembre .de 1538, escrita con mayor energía, que su famosa defensa del año de 1536 donde rebate las seis acusado• nes de los Observantes contra los Capuchinos, no dejó de producir sus efectos, y los capuchinos se fueron extendiendó gradualmente por Italia favorecidos por muchos Cardenales y sobre todo por la Marquesa de Pescara. A partir del año de 1540 la Orden empezó a consolidarse. La calma renacía en los espíritus, y parecía llegada la horn de la libertad en la que la prisioi1era y perseguida paÍoma remontara su vuelo y corriera a llevar su rami'fo de paz a las gentes, que se encontraban destrozadas por los trastornos políticos, que el protestantismo causaba, cuando una sa::udida mucho más violenta que ·· las an– teriores, amenazaba sepultar para siempre a la Orde,n Capuchina. Ochino y su apostasía. El Papa y los cardenales deciden la supresión de la Orden. Mo·niento de cruel incertidumbre. En 1541, reunióse en Nápoles •el Capítulo General, que reelegía en el car– go a flemardino Ochino. En este país c;ontrajo familiarictad con el protestante espafiol Julio Vald~s, .Xll.l

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