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esta nueva idea que brilló en la mente de Fr. Mateo, pués muy en breve fué en– carcelado como apóstata de laOrden,· por su Provincial Fr. Juan de Fano, (1) Nuevos compañeros Estas y otras muchas medidas de rigor, que de parte de los Observantes hubo de soportar nuestro P . Mateo, no fueron obstáculo, para que nuevos pro • sélitos, ansiosos de perfección, se unieran a sus filas; el P. Ludovi,:o de Fos– sombrone y Fr. Rafael su hermano, son los primeros compañeros, que siguen las huellas iniciadas por el P. Bassi. El General Quiñones y ·la Bula «Religionis Zelus» La determinación de estos dos insignes religiosos de la Observancia, llenó de cólera al P. General de la Orden, Fr. Francisco de Quiñones, cuya primera medida de castigo, .fué el lanzar contra ellos la excomunión mientras acudía a Roma, con el fin de obtener de la Santa Sede licencia para prenderlos; gracia que obtuvo de S . S. Clemente VII con fecha 8 de Márzo de 1526, y que con to– do empeño procuró poner en ejecución el P . Provincial Juan de Fano. Los nuevos reformadores, sabedores de esta determinación, huyeron del eremitorio de Cíngoli (2) y errantes y vagabundos por selvas y por bosques, pu– dieron, al fin, acogerse al monasterio camaldulense de Grutas de Masado ; (hoy Cupramontana) donde San Pablo Justiniani les protegió, por dos veces, de los que a mano armada hablan asaltado el monasterio. Patrocinados por el abadypor la Duquesa de Camerino, Catalina Cibo quien dió algunas cartas de recomendación al P. Ludovico, se dirigieron aRoma, (Ma · yo 1526), y muy pronto obtuvieron del Cardenal Penitenciario, Lorenzo Pucci un breve (18 Mayo 1526), en el que se les permitía llevar vida eremítica fuera de las casas de la Orden, vestir el nuevo traje, y someterse a la dirección e inspección del .Obispo de Camerino. Las molestias y persecuciones por parte de los observantes y principalmente por parte del Provincial Juan de Fano empeoraron de tal suerte la situación delos eremitas, que determinaron marchar a tierras de infieles; y lo hubieran realizado a no ser por el valimiento que les prestaron los Camaldulenses, y en especial la Duquesa Catalina Cibo, que fué la gran defensora y la salvadora de la incipien– te Orden Capuchina. Esta Duquesa, sobrina de León X y de Clemente VII, que unía a una exten- (1) Este proceder de Juan de Fano, Provincial de las Marcas no es digno de censura, pues días antes, había Clemente VII confirmado la Bula de León X, en la que manifestaba que los religiosos que vagaban sin licencia de los superiores, fueran tenidos a buen recau – do en los conventos. No era enemigo Juan de Fano de la reformación de la Orden, tanto es así que fue el primer custodio de los Conventos reformados de la Marca; Juan de Fano temía el cisma en la recien efectuada unión de la Observancia en tiempo de León X. Desconocía, además, la divina voluntad respecto de la naciente reforma, como él lo confesó más tarde. (2) Pertenecía a los Conventuales, los cuales en todo momento se .mostraron favorece– dores y amigos. · A ellos se acogió el P. Ludovico para evadir la jurisdicción de los Obser– vantes. Los capuchinos se debían presentar, según la Bula de la aprobación, una ·vezi• ai' año al Ministro Provincial de los Conventuales, de la provincia en que moraban, como muestra de dependencia. VIII

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