BCCCAP00000000000000000000710

dando a sus padres, Tirso y Natividad, en las faenas del campo . Era una formativa y sana costumbre entre los habitantes de las tierras castellanas que servía para mantener la economía de las familias, fomentaba la unión entre sus miembros y educaba a los hijos de los campesinos en la responsabilidad personal y en el espíritu de trabajo. Nunca se consideró esta forma de proce– der como una explotación de los niños: era una forma de edu– car y dirigir sus pasos para afrontar las necesidades de la vida. Los capuchinos han sido muy conocidos y estimados en toda la región leonesa. Su conocimiento motivó que, cuando Bernardo contaba diecisiete años, surgiera en él la idea de vin– cularse a los religiosos de una orden tan popular. Después de tener con ellos los primeros contactos comenzó el postulantado en 1936 en Valinha (Portugal), donde el padre Félix María de Vegamián había buscado una casa que sirviera de refugio, durante la guerra, a los alumnos del colegio de El Pardo y a los postulantes candidatos a hermanos no clérigos. Vuelto a España vistió el hábito religioso en Bilbao, el 31 de diciembre de 1937, profesando en el mismo convento de Bil– bao, el 1 de enero de 1939. Había tomado el nombre de fray Primitivo de Nogarejas. El 1 de enero de 1942 profesó solem– nemente en El Pardo. Al finalizar la contienda bélica de 1936 se produjo una gran afluencia de candidatos que deseaban ingresar en nuestra Orden. La prestación de servicios domésticos en los centros de formación era muy necesaria para hacer frente a las necesida– des de los mismos; por eso la colaboración de los hermanos no clérigos era imprescindible para resolver las múltiples carencias económicas que debían ser afrontadas en nuestros cunvenlos. Con la misión de colaborar en la atención a los jóvenes candi– datos fue destinado a El Pardo en 1940. 89

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz