BCCCAP00000000000000000000710

Los últimos análisis de PSA indicaban que el problema de próstata que padecía estaba controlado, ya que no mostraban ningún síntoma alarmante: nivel de glucosa tolerable, cifra de colesterol dentro de parámetros aceptables, etc. Sólo la llamada «gamma GT» parecía alterada, señal de alguna dolencia hepá– tica, a juicio del doctor. Los temores del especialista se confirmaron mediante una ecografía, donde aparecía una lesión en el hígado de doce cen– tímetros de longitud. El radiólogo precisó en el informe que probablemente se trataba de un tumor secundario, de ahí que la preocupación de los médicos se debía centrar en averiguar el origen de dicha lesión. Y así comenzó una larga peregrinación por los hospitales madrileños de Moncloa, Rúber, San Camilo, San José, Ntra. Sra. del Rosario ... Se realizaron placas, análisis, ecografías y una endoscopia, con resultados negativos; en vista de lo cual el oncólogo ordenó una biopsia de hígado para determinar la naturaleza de la lesión. El doctor Enrique Moreno, un cirujano experimentado de fama internacional, le sacó parcialmente de dudas : «Ud. tiene ahí dentro algo que hay que extirpar, sea bueno o malo». El día 8 de agosto ingresó en la clínica de La Luz para ser intervenido quirúrgicamente. La recuperación fue rápida, pero sólo aparen– te. Una nueva ecografía demostró que algo no andaba bien; un TAC posterior y una resonancia magnética confirmaron la apa– rición de una masa hepática anormal en el lugar donde se había extirpado el angioma, debiéndose iniciar un tratamiento de quimioterapia. La previsible larga duración d el tratamiento que se debía realizar en Espatia le obligó a regresar a México en noviembre de 1998, con el fin de cancelar sus compromisos docentes en la universidad. Y desde México a Nueva Orleáns, donde el doctor 75

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz