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Febrero El hermano Andrés había sido nombrado en 1961 director del centro «Florida City» para niños cubanos exilados, y en Miami siguió trabajando hasta 1969. En este año comenzaba una nueva etapa en el ministerio sacerdotal al ser trasladado desde Miami a Nueva Orleáns, donde ya se encontraba traba– jando un grupo de capuchinos de Castilla. Su primer destino fue la parroquia de St. Francis of Assissi donde colaboró como vicario parroquial hasta que se incorpo– ró con el mismo cargo, a finales de 1971, a la parroquia de Santa Teresa de Ávila, ya encomendada a los capuchinos. El hermano Andrés se puede consignar como uno de los fundado– res de esta fraternidad de Nueva Orleáns, a la que siguió agre– gado con otros cinco religiosos en el Capítulo provincial de 1969. A principios de 1981, el doctor Pedro Hernández, con el que había trabajado en el departamento de sociología de Loyola, en Nueva Orleáns, le ofreció seguir trabajando con él en la Universidad de Las Américas de Puebla, México. Aceptó la invitación y se incorporó al claustro de profesores de dicha universidad. Así comenzó la etapa más larga de su vida en un mismo lugar y con idéntico trabajo: dieciocho años de docencia en la Universidad de Las Américas. Sin embargo, Nueva Orleáns fue siempre su segunda casa. Todos los años pasaba algunos días de descanso con los religiosos, aprovechando su estancia para revisiones médicas y para someterse al tratamien– to del cáncer de próstata e hígado que padecía. De hecho, desde 1987 y durante los últimos trienios, aparece en las Tablas capitulares como «adscrito» a la fraternidad de Nueva Orleáns. En junio de 1998 llegaba a Madrid con el objeto de pasar aquí sus vacaciones y con la intención de regresar nuevamente a Puebla para reanudar sus actividades en la universidad. 74

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