BCCCAP00000000000000000000710

INTRODUCCIÓN El óbito de las personas no sólo acaba con su presencia físi– ca entre aquellos que han sido sus familiares, amigos o compa– ñeros, tiene también el poder de arrebatar su recuerdo que, poco a poco, se va apagando hasta desaparecer. Entonces estas personas quedan, a lo sumo, como fantasmas con un nombre pegado a las páginas de la historia; una histo– ria que, si no se revive, se torna fría como los cementerios. Se vocea frecuentemente, a manera de slogan, que «la histo– ria es maestra de la vida»; pero, ¿qué puede significar la histo– ria sin el recuerdo de los hombres que la han hecho? ¿cómo interpretarla rectamente si no se conoce la intencionalidad de sus protagonistas? ¿cómo aprovecharnos de sus líderes si no se conocen sus valores? Es necesario que las generaciones actuales y venideras se acerquen a estos hombres que ya son «pasado» para hacerlos «presente», manteniendo vivo su recuerdo. Pero el recuerdo es como las flores : si no se riega, se seca. Por eso, la úuicd. founa de perpetuar su memoria es mantenerla viva me– diante la contemplación de las marcas que han dejado en su tra– yectoria familiar, humana, social y espiritual. La referencia a las personas es una invitación a seguir las huellas, todavía calientes, de quienes trataron de vivir un com– promiso con Dios y con los hombres; y tuvieron, en este empe– ño, más aciertos y luces que sombras y equivocaciones. (Quizá fuera este el compromiso del hermano provincial, Domingo Montero, al pasarme la invitación para «probar suerte por segunda vez», y aceptar el riesgo de continuar esta obra hasta el año 2005). 5

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz