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Febrero detalles al hacer la reseña de sus iniciativas, llevadas a cabo con eficacia, constancia y ejemplaridad en este campo. Desde la iglesia de La Merced extendió un movimiento de renovación cristiana creando una escuela de formación para seglares fran– ciscanos. Su acción llevó a la Orden Franciscana Seglar de la Merced a un momento máximo de esplendor y vitalidad no sólo por la atención y orientación de los miembros de la fraternidad seglar franciscana, sino también por la feliz idea de promover la escuela de dirigentes, de la cual salieron líderes internacio– nalmente famosos; es el caso de la hermana Manuela Mattioli, primera responsable internacional que ha tenido la OFS en su historia. Junto con el equipo de seglares que él mismo formó, fue creando estructuras y métodos educativos pioneros en América Latina, propiciando a sus miembros y colaboradores una forma– ción sólida y coherente para la vida, enraizada en la profunda espiritualidad franciscana. Como un recurso más para llevar a feliz término su cometi– do, publicó la revista Ideales Seráficos, la colección Subsidios y el manual de formación Historia de la Orden Franciscana Seglar, lec– ciones de formación franciscana. No se agotaron con esto sus recursos evangelizadores: su tarea callada y silenciosa, como director espiritual y confesor, la han sabido valorar muchas personas que pudieron sentir el influjo benéfico de sus aciertos y de su generosa dedicación. No fue, ni mucho menos, un capricho o una banalidad la decisión que tomó nuestro hermano al trocar la flamante sotana de seminarista de Toledo por la sencillez del hábito capuchino; su espiritualidad, mol– deada en las más hondas raíces franciscanas, conformaron toda su exis- · tencia y dieron sentido a las mejores iniciativas de su apostolado. 64

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