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¡ ·· Diciembre . ¡ no: la bendición de los animales el 17 de enero, fiesta de San Antón. Mientras tuvo fuerzas nunca faltó a la cita; incluso cuan– do su salud ya estaba quebrantada, allí estaba, de forma testi– monial, para compartir los sentimientos de esta ceremonia popular que tanto quería. Con su carismática sensibilidad franciscana logró desente– rrar una tradición casi perdida, llenando la iglesia de fieles con sus animales y el Campo de San Francisco de mascotas con atuendos de fiesta acompañados de sus cuidadores: la misa era en el templo; y la bendición junto al monumento del amigo Francisco, allí, al aire libre, en plena naturaleza ... Así logró con– vertir en manifestación de fe lo que sólo hubiera quedado, de subsistir, en una costumbre efímera, vulgar e insustancial. Desde el año 1960 fue director de la cofradía del Cristo de la Agonía que se venera en nuestra iglesia; y desde 1984, ejer– ció el cargo de cronista de la fraternidad en el convento de Salamanca. Aunque sólo sirva de homenaje a quien desempeñó estos cargos, quiero recordar un acontecimiento sucedido el año 1945 y consignado en las crónicas de la ciudad: una pertinaz sequía se había apoderado de los campos que se convirtieron en desiertos, con sus cosechas arruinadas. Se organizaron rogati– vas, y el P. David decía: «iSeñor, dadnos la lluvia! ¿Dónde ir a buscarla? A las plantas del Smo. Cristo de la Agonía!» Fieles, autoridades civiles y eclesiásticas presididas por el Sr. obispo acudieron a la iglesia de los capuchinos ... Cuando salía la imagen del templo era una tarde serena que no hacía presa– giar la lluvia; pero la fe y las oraciones lo pudieron todo: aún no había llegado la imagen a la Plaza Mayor cuando la bendición de la lluvia irrumpió copiosamente sobre las calles y los campos. 541

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