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quedó agregado a la fraternidad de Jesús de Medinaceli (Ma– drid), en la que permaneció hasta el día de su muerte. Más que por las dolencias físicas, el hermano Jesús se vio dominado por insuficiencias de tipo anímico y psicológico que venía sufriendo desde los años de su juventud. Dificultades en la dicción y un leve tartamudeo se hicieron ya patentes desde su estancia en el colegio de El Pardo, causándole un cierto comple– jo de inferioridad que se hacía patente en todas sus actuaciones. Con mucha constancia trató de superar estas carencias físicas, pero su sello le dejó marcado para toda la vida. Es posible que su inmersión voluntaria en los campos de la psicología sirviera para quitarle algunos complejos, pero al mismo tiempo, para enfrascarle con mucha incidencia en el mundo de la irrealidad. Llegó a sentirse incomprendido, poco valorado ... Sin llegar a sufrir el fenómeno del «bullying», puso en práctica el recurso de la autodefensa, haciendo aparecer la brusquedad en su conversación durante algunos momentos que le resultaban difíciles de controlar. Uno de esos momentos tuvo lugar el 14 de diciembre de 2000. Incapaz de dominar la situación, agredió físicamente a un hermano de la fraternidad causándole graves heridas. Inmediatamente se ausentó del convento con rumbo descono– cido . Se organizó la búsqueda sin ningún resultado inmediato. En la madrugada del 15 de diciembre fue encontrado su cadá– ver en el parque del Retiro de Madrid, siendo comunicado su hallazgo a los religiosos por los agentes encargados de localizar– le. Al parecer, la ingesta descontrolada de un determinado medicamento había provocado su inmolación. Los medios de comunicación se hicieron amplio eco de este acontecimiento y del dolor de los religiosos, que en todo mo– mento se vieron arropados por testimonios de condolencia, 533

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