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DjdeIUbre Realizó los estudios primarios en su ciudad natal desde 1926 a 1932, especializándose rnás tarde en contabilidad y eba– nistería en la Escuela Profesional. El convento de Basurto (Bilbao) ha sido desde sus comien– zos, en 1889, un cenobio de retiro y espiritualidad. Corno otros muchos fieles de la ciudad, Domingo Nazábal debió observar algo rnuy especial en aquellos frailes que enseñaban el catecis– mo a los niños de la catequesis, vivían pobremente, obedecían al toque de campana para rezar a medianoche los maitines y daban testimonio de recogimiento por las calles, cuando salían a trabajar. No es de extrañar que se alistase para formar parte de la floreciente Juventud Franciscana radicada en el convento capuchino de Basurto. Su edad rondaba ya los treinta y dos años cuando ingresó en la vida religiosa. Después de unos meses de postulantado en El Pardo, inició el noviciado en su ciudad natal el 19 de agosto de 1952, tornando el nombre de fray Andrés de Bilbao al serle entregado el hábito capuchino. Terminado el tiempo de prue– ba, emitió los votos temporales el 30 de agosto de 1953; y tres años rnás tarde, el 31 de agosto de 1956, profesó de votos per– petuos en El Pardo . Durante los primeros años de vida religiosa que permaneció en España estuvo destinado en El Pardo, adonde llegó en 1953 para trabajar en la carpintería; luego pasó al colegio de Santa Marta (Salamanca) como portero e instructor de hermanos no clérigos y, en 1967, fue trasladado a León para hacerse cargo también de la atención a la portería. Todas las personas que acudían a solicitar algún servicio quedaban encantadas de su atención, finura y cordialidad. Hay una cosa que acompañó durante toda la vida al herma– no Domingo (entonces fray Andrés) no por su presencia, sino 525

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