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aspecto, sus actitudes fueron siempre fraternales y de verdade– ro hermano menor. Alguien se ha aventurado a sintetizar la personalidad del hermano Mariano Fernández en una sola palabra: «mansedumbre». Ciertamente este vocablo es el primer chispazo-sondeo que ilumina su figura huma– na. Con la sonrisa servida de antemano y el diapasón de la benevolen– cia regulando el tono de sus palabras, era fácil en pedir perdón por sus equivocaciones y bastante torpe a la hora de descubrir malicias en las actuaciones de los demás . Fue ejemplo de lo que requiere ser un hombre consagrado: buena persona, buen cristiano y buen fraile. El buen humor, la sencille.z, la disponibilidad y la smmú/,a,d dP- P-spí– ritu .. ., son virtudes que estuvieron entretejidas en la cotidianidad de este discípulo de San Francisco, que vivió con pasión la vocación misio– nera a la que se había entregado con toda generosidad. BIBLIOGRAFÍA: AO 4 (2000) 1277; AP fol 1023; BOV 85 (2000) 21 5-218; VM 599 (2000) 112s; Pacífico 239. 519

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