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«Siempre he procurado -habla de los enfermos - llevarles la paz, la confianza en Dios y la esperanza. He vivido casos admirables de des– creídos que al final han abrazado la verdad. La presencia del sacerdo– te les infunde respeto, sosiego e, incluso, cierta mejoría corporal.» Y hablando de las religiosas de clausura: -«Son pararrayos que piden a Dios por todos nosotros. Aunque nos parezca que no hacen nada, hacen mucho. iQué sería de nosotros sin ellas!» Y de los sacerdotes: - «Dios, cuando da vocación, da también fuerza para mantenerla.» BIBLIOGRAFÍA: AP fol. 401; Flash 95 (1985) 5, 18 (2002) 8; La Gaceta de Salamanca (13/11/02); AC de Sala– manca (noviembre 2002). 505