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dar de injusto, puede quedar resumida la grandeza de los hom– bres santos. No fueron llamativos, ni deslumbrantes, ni numerosos en su variedad los hechos que se pueden plasmar en la historia de su vida. No se necesitan muchas páginas para describirlos; pero a buen seguro que ocupan muchas más en ese otro libro en el que Dios lleva cuenta exacta de todas nuestras acciones. Cito tex– tualmente el contenido de su «hoja de servicios» conservada en el archivo provincial: «OBSERVACIONES: Actividad especial en el confesonario (fieles, religiosas, sacerdotes, enfermos, hospitales, domicilios ... ). Escoge como patrono a San Leopoldo de Castellnuovo, a quien el Papa juan Pablo JI, en la homilía de canonización, llama apóstol y mártir del confeso– nario.» Confesiones ... Confesiones ... Una vida llenándose de lo mismo todos los días, pero sin parar; como el incesante traque– teo de una máquina de escribir que, con unas cuantas letras, puede elaborar infinitos documentos. Este ministerio sacra– mental y la dirección espiritual de toda clase de personas son, sin duda, la rúbrica que da fe y justifica toda la vida de este humilde capuchino. Su colaboración en el culto de la iglesia y en las tareas con– ventuales le mantuvo también implicado en otros menesteres siempre relacionados, directa o indirectamente, con la actividad sacerdotal. En Salamanca fue, durante muchos años, delegado local de la Obra Seráfica de Misas; director de la Conferencia de la Divina Pastora a favor de los necesitados; director del Pan de los Pobres y confesor ordinario de los estudiantes del colegio de filo– sofía de Santa Marta, cercano a Salamanca. Casi desde su fun- 503

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