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Enero vocó un fuerte resfriado que degeneró en una grave afección respiratoria. Se le aconsejó realizar una consulta al médico, pero él se resistió y hubo de ser éste quien le hiciera la visita, obligándole a ingresar en el hospital. Sueros, antihióticos y una mascarilla le fueron aplicados para cortar la neumonía que le ahogaba, impidiéndole la respiración. Esto aconteció el día 1O d e enero. El día 20 los facultativos le retiraron los instrumentos, satis– fechos al observar que había experimentado una visible mejo– ría. Pero este alivio aparente era el preludio de un mal presagio. Por la tarde fue ingresado en la UVI, llegándole la muerte el mismo día 20 de enero de 2003, cuando apenas habían trans– currido diez jornadas desde su ingreso en el hospital. ¿causa? Fallo cardíaco por numerosas complicaciones pulmonares. El hermano Manuel materializó la mayor parte de su apos– tolado fuera de la vida conventual, atendiendo a los ministerios parroquiales en diversas diócesis: catorce años en la parroquia de Cícero (Cantabria), quince años largos en Australia y otros quince como párroco en Villaseco de los Reyes (Salamanca). En mayor o menor grado, trató siempre de mantener algún con– tacto con los religiosos de aquellas fraternidades a las que esta– ba adscrito o había sido destinado por los superiores. Si algo no le faltaba al hermano Manuel era la gallardía de su figura fisica, alto, con un perfil evocador del caballero andante de la Mancha, pero albergando en su interior pocas utopías y mucha volun– tad de entrega en bien de las almas. El apostolado que ejerció entre los emigrantes de Australia le mantuvo obsesionado hasta los postreros días de su vida. Convivió siempre con ideas muy personales. Sus opiniones en temas políticos y sociales eran tajantes, adoleciendo de un patriotismo exage- 46

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