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Enero Son las manos, hermano, son las manos... , me contestó. Y yo pensé: son las manos, y la cabeza, y los pies ... El órga– no está nuevo, pero le falta vida. Parece que su alma se hubiera marchado con la del padre Cegoñal. .. Su vista, infatigable itinerante a través de tantas partituras de los mejores compositores, comenzó a deteriorarse en los últi– mos años. La cirugía no fue capaz de devolver la nitidez a su mirada, pero la agudeza de su oído y la agilidad de sus manos le permitieron seguir arrancando melodías de aquel órgano al que la penumbra de los ojos casi le impedía poder contemplar. Un fallo cardíaco terminó con la existencia terrena de este ilustre religioso capuchino el 16 de enero de 2002. Murió en Madrid, a los ochenta y ocho años de edad. La música había sido su vida, y con música sacra terminó el melodioso apostola– do que había durado sesenta y cuatro años. Sería injusto limitar la actividad musical del padre Esteban al ámbito del santuario, a lo estrictamente litúrgico o al trabajo docente en las aulas de la escolanía: fue delegado y organista oficial de la Federación Nacional de Pueri Cantores; vocal de la Asociación Belenista de Madrid; presidente y fundador de la asociación española de «Amigos del Órgano»... Su responsabilidad en estos cargos le obligaron a una activi– dad ad extra que fue siempre bien valorada y universalmente reconocida. La lista es larga: innumerables intervenciones con los niños del coro en Madrid, en muchos lugares de la geogra– fía nacional y en el extranjero, como la que tuvo lugar en Bois Le Due (Holanda), con motivo del Congreso Internacional de Pueri Cantores; inauguraciones y conciertos de órgano en La Habana y otros lugares de América, en Madrid, León, Salaman– ca, Covarrubias o Villafranca del Bierzo; intervenciones en Ra- 30

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