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Enero para aquella populosa barriada de la periferia de Madrid. La parte musical de todas las celebraciones litúrgicas corrió a cargo de la schola del Seminario Seráfico de El Pardo que, bajo la dirección del padre Esteban, interpretó la Misa Eucarística de Perosi, el Ave María de Ragchmanieff y el nuevo himno a San Antonio, compuesto por el padre Esteban sobre un texto del P. Mauricio de Begoña. No considero exagerado afirmar que este acontecimiento fue algo así como «el salto a la fama» de nuestro biografiado, porque implicó de manera oficial el lanzamiento hacia su carre– ra musical: el 2 de enero de 1948 es trasladado a la fraternidad de San Antonio; el día 30 se abre el colegio-escolanía y el 31 ya actuaban los niños, por primera vez, en la sabatina de la tarde, un acto litúrgico lleno de emoción y espiritualidad que se repe– tiría, durante muchos años, como algo muy característico del santuario y estimulante para la devoción de los fieles que llena– ban las naves del templo. Las actuaciones del padre Esteban en el ámbito musical fue– ron continuas durante los años que permaneció al frente de la escolanía: el 13 de junio de 1948 corrió a su cargo el concierto de inauguración del órgano de la iglesia, con la asistencia del director del Conservatorio de Música de Madrid, el conocido musicólogo P. Otaño; en 1949 intervino en un concierto emiti– do por Radio Madrid; en 1950 dirigió otro concierto de villan– cicos en el santuario, acompañado al órgano por el maestro don Jesús Guridi y, en 1952, fue decisiva su participación en el Congreso Internacional de Pueri Cantores celebrado en Zara– goza. La instalación del gran órgano en la iglesia de Medinaceli supuso para el padre Esteban un cambio de residencia, pero no de actividad. En 1952 fue trasladado a dicha fraternidad con el 28

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