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Enero con el apodo de «el fraile». Todavía no lo era de derecho, pero portaba ya sus señales en el corazón. Comenzó su andadura religiosa en Santa Marta (Salamanca) como postulante, en 1957, pasando después a Bilbao, donde inició el noviciado el 7 de diciembre de 1957 y emitió los votos temporales el 8 de diciembre de 1958. En 1959, tras una breve estancia en Montehano, pasó al convento de León, donde siguió destinado en el Capítulo de 1960. En diciembre de 1961 profesó solemnemente en este mismo convento. Sus destinos posteriores, mientras residió en España, fueron: El Pardo en 1963, como enfermero y hermano encargado del colegio, y Valladolid, en 1966. Este mismo año cruzó el Atlántico camino de Venezuela con la ilusión de poder dar rienda suelta a sus instintos evangeliza– dores: en adelante, los centros de Araguaimujo y San Francisco de Guayo, la estación de Ajotejana, Guinikin y Navasanuca, Pedernales y, sobre todo, Tucupita, serían testigos de su palabra y de su especial y muy personal modus procedendi en cuanto se refiere a la manera de evangelizar. Predicador, catequista, direc– tor de cursillos bautismales y prematrimoniales ... No tenía las órdenes sacerdotales, pero alguien que le conoció ha escrito sobre el hermano Vicente que «lo de ministro extraordinario que contempla la casuística canónica para estos casos, se convirtió en algo muy ordinario». Todo el delta del Orinoco, desde Pedernales hasta Tucupita, fue testigo de sus andanzas durante treinta años en un nervio– so, rápido y afanado caminar para transmitir el mensaje del Evangelio. Tucupita, donde fue destinado en 1999, fue la última esta– ción que recorrió durante su estancia en Venezuela. Allí perma– neció algún tiempo con un corazón ya cansado y deteriorado . 22

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