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,, :_ Abril (Consultar noticia de otros títulos en BOP 256 (1999) 128s. y Flash 183 (1999) 55). La vena poética de Silverio quedó plasmada en numerosas poesías escritas con ocasión de celebraciones festivas, efeméri– des o cumpleaños de religiosos. Su pluma estaba pronta para cualquier compromiso o requerimiento solicitado por los her– manos de la fraternidad. Nuestro biografiado era físicamente un hombre moderadamente alto, delgado, de barba espesa y cabello bien conservado, de vestir sen– cillo e inseparable del hábito religioso. Desde su juventud, y hasta el atardecer de su existencia, le tocó vivir el amor de Dios y la vida religiosa abrazado a la cruz de una enfermedad que trató de hacer compatible son su trabajo. Fue amante de la observancia regular, detallista y ordenado en sus actividades, poco solicitado por las diversiones y muy responsable en lle– var a cabo las tareas encomendadas por los superiores. De carácter bon– dadoso, hacía gala ante próximos y extraños de una exquisita urbani– dad en el trato con las personas. La gran devoción que profesaba a la Virgen y la esperanza que alentó siempre en su alma, las dejó traslucir en muchas de sus obras. En el libro «Del vivir» aparecen estos versos: «Hoy, al final del camino como cansado romero, dejar en tu altar yo quiero mi bordón de peregrino. Señora, ya me imagino lo que me queréis pedir; que no deje de seguir la andadura comenzada: porque al fin de la jornada iestá el eterno vivir! 193

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