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Abril de la limpieza de su habitación y de las curas que se le debían realizar diariamente. También los religiosos le atendieron fra– ternalmente y prestaron su colaboración para todo lo que fuera necesario. Una nueva contrariedad vino a sumarse a la enfermedad que padecía: alteraciones en la visión a causa de las cataratas. La solución parecía ser fácil con la sencilla operación que se llevó a cabo en el Hospital Militar de la calle Arturo Soria, el día 3 de noviembre de 1999. El postoperatorio parecía normal y fue llevado a la enferme– ría de San Antonio para pasar unos días, con la esperanza de que muy pronto podría regresar a su convento. Pero una infec– ción, probablemente contraída en el hospital, obligó a los médi– cos a intervenirle de nuevo con una operación urgente en la que se llevó a cabo el vaciado del globo ocular. Desde este momen– to su estado físico general comenzó a decaer. La infección resul– taba difícil de controlar, debiendo ser ingresado varias veces en el mismo hospital en que había sido operado. A las 11 de la noche del 17 de abril de 2000 se comunicaba a los religiosos su fallecimiento. Fue trasladado a El Pardo y sus restos depositados en el cementerio viejo de la localidad, en el lugar reservado para los capuchinos. A excepción de los años empleados en el estudio de la carre– ra sacerdotal, se puede decir que toda su vida religiosa estuvo dedicada a la formación de los seminaristas en el colegio de El Pardo como profesor de matemáticas, colaborando también con el equipo disciplinar del seminario y como responsable en el área de deportes. Es verdad que en el aspecto académico no estaba en pose– sión de ninguna diplomatura especial o de títulos universita– rios, fuera de la capacitación pedagógica obtenida en Roma; 182