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unos meses en Siena familiarizándose con la lengua italiana, se incorporó al Colegio Internacional de Roma, iniciando el curso académico en el Pontificio Ateneo Salesiano y obteniendo el correspondiente título de cualificación pedagógica. Unos meses en Marsella practicando la lengua francesa y, en marzo de 1966, regresó nuevamente a la fraternidad de Jesús de Medinaceli. En el Capítulo provincial de 1966 quedó agregado a la fami– lia conventual de El Pardo como profesor y adjunto a la direc– ción del seminario. Casi treinta años dedicado oficialmente a la docencia, y tres años (1987-1990) como vicario de la fraterni– dad, sintetizan el currículo educativo y el quehacer escondido de José Adolfo Cañas. El reto y las esperanzas de una vida pobre, retirada del mundo y entregada a los demás, que había abrigado desde su juventud, se vieron así cumplidas en el recoleto convento de El Pardo. En los últimos tiempos su actividad como profesor fue dis– minuyendo a la par que aumentaban las limitaciones físicas, propias de una edad avanzada. El problema de una grave deformación en los pies, que le venía causando problemas desde hacía mucho tiempo, fue progresando con una dificultad en la locomoción cada vez más acentuada, necesitando cuida– dos urgentes para las úlceras varicosas que lo acompañaban. En noviembre de 1998 fue trasladado temporalmente a la enfermería provincial, con el fin de que sus dolencias fueran tratadas adecuadamente. Habiendo experimentado una palpa– ble mejoría, mostró sus deseos de volver al convento de El Pardo, regresando al mismo el 18 de marzo de 1999, con el deseo de celebrar su fiesta en compañía de la fraternidad. Pre– viamente se había acordado un compromiso con las empleadas que prestaban su servicio en el colegio para que se encargasen 181