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i b1·Il ~, . . En noviembre de 1939, pasados los años de la Guerra Civil, reanudó la vida conventual en León, dedicándose a los servicios domésticos de la fraternidad. Reafirmado en sus deseos de entregarse al Señor viviendo el carisma franciscano, pasó a Bilbao, donde terminó el postulanta– do y desempeñó diversos oficios, como el de sastre y cocinero. En este mismo convento comenzó el noviciado, el 11 de marzo de 1940, y emitió sus votos temporales el 12 de marzo de 1941. Habían pasado apenas tres meses después de su profesión cuando fue trasladado provisionalmente a Montehano. Allí per– maneció los meses de verano y no precisamente de vacaciones, sino trabajando como «peón ne ,tlhañil» y reparanrlo los des– perfectos ocasionados por el ciclón que asoló Santander en la noche del 16 al 17 de febrero de 1941. Además del incendio de la ciudad cántabra, causó numerosos desperfectos en toda la comarca, afectando también a parte de las estructuras del con– vento de Montehano. Los seis meses siguientes a la terminación de las obras los pasó en Jesús de Medinaceli, prestando diversos servicios y, seguidamente, en El Pardo trabajando en la sastrería. En las listas capitulares de 1942 figura su nombre entre los religiosos destinados al convento de Jesús de Medinaceli, donde permaneció ininterrumpidamente por espacio de cin– cuenta y nueve años. Puede afirmarse que ésta fue la única resi– dencia fija que tuvo durante los años de su vida religiosa. Ya por estas fechas comenzó a trabajar como ayudante en la administración de El Mensajero Seráfico, una labor que marcaría en adelante la trayectoria de su vida laborar compaginada con los oficios de sacristán, enfermero y otras responsabilidades en el Centro de Propagamla. 153
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