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Sus funerales se celebraron en la basílica de Jesús de Me– dinaceli y sus restos fueron trasladados a la Sacramental de San Isidro. El padre Carrocera fue durante su larga vida un incansable trabajador, cumplidor en el aspecto religioso y con una labor ingente en el ámbito cultural. Sus ministerios pastorales quedan ceñidos a los que habitualmente se desarrollan en nuestras fra– ternidades: atención al culto, predicación, confesonario y ayuda espiritual a algunas comunidades de religiosas. Su faceta como escritor e investigador es, a todas luces, la que le coloca en la lista de personajes célebres de la Provincia de Castilla, siendo uno de sus más eminentes historiadores. Sus valiosas publicaciones monográficas se complementan con numerosos estudios en revistas científicas, como se ha indicado anteriormente. Ha colaborado también con diversos estudios biográficos sobre capuchinos españoles ilustres en una obra tan valiosa como es el Diccionario de historia eclesiástica de España (Madrid, 1972-1975). Todos sus estudios históricos se han regido por las moder– nas normas de la metodología y crítica históricas dictadas por la técnica actual de investigación. Hemos mencionado, a lo largo de estas páginas, algunas de sus obras más representativas. Un elenco más detallado de su producción se puede encontrar en BOP 255 (1999) 83-87. Quedan por revisar algunos trabajos, aún inéditos, que dejó preparados para su publicación. El padre Buenaventura fue un religioso de cuño tradicional, cua– driculado, como suele decirse, en sus ideas, seguro y suficiente. Algo 147
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