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Marzo para realizar un curso de historia eclesiástica. Esta petición le fue denegada quedando, en el Capítulo de 1931, asignado a la fraternidad de Jesús de Medinaceli como redactor de la revista El Mensajero Seráfico. Durante los períodos comprendidos entre 1932 a 1936 y 1939 a 1945, siguió como responsable de la orga– nización de dicha revista, llevando también la dirección de la misma durante los años 1941-1942. Con el estallido de la Guerra Civil española , en 1936, se vio forzado a abandonar el convento junto con los demás religiosos . No tuvo la desgracia de perder la vida, pero tampoco estuvo exento de padecer las calamidades inherentes a todo conflicto armado. Cuando trató de refugiarse en el domicilio de una fa– milia conocida fue detenido, comenzando el itinerario por di– versas cárceles y otros lugares habilitados para tal efecto. Casi un año y medio permaneció en cautiverio afrontando los consi– guientes sinsabores que llenan esta página de su vida: compare– cencia ante los tribunales en dos ocasiones, sustos, sobresaltos y otros aconteceres llenos de riesgo, como el de aprovechar la cir– cunstancia de una visita al médico para falsificar la cédula per– sonal y evitar el regreso al campo de concentración. Parece, sin embargo, que no se vio sometido a ningún ensa– ñamiento especial, pudiendo soportar con suerte todas las anormalidades de la situación bélica. Al finalizar la guerra, en el Capítulo de 1939, quedó agre– gado al convento de Medinaceli, siendo designado cronista y archivero provincial. En estos cargos permanecería hasta 1981, en que hubo de abandonar los mismos por impedimentos en la visión. La reanudación de su trabajo consistió, en un principio, en recoger los documentos que habían sido guardados en casas particulares, organizarlos y catalogarlos. De forma simultánea 143