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Marzo noviembre de 1935 y la ordenación sacerdotal, el 19 de diciem– bre de 1936. No debió ser especialmente grata para él la primera expe– riencia de su vida como sacerciote, que se estrenó con los acon– tecimientos de la Guerra Civil. Como tantos otros religiosos, su trabajo apostólico durante estos años lo ejerció en calidad de capellán castrense asignado a la división legionaria «Flechas Azules», pasando sucesivamente por los frentes de Castellón, Cataluña y Madrid. Fue condecorado por las autoridades mili– tares como premio a su entrega y espíritu de sacrificio. En el Capítulo provincial de 1939, una vez terminada la guerra, fue destinado al convento de Bilbao con el oficio funda– mental de predicador; dedicando también parte de su tiempo a la dirección de los «Jueves Eucarísticos» (siempre muy florecien– tes en Bilbao), y trabajando como consiliario del Sindicato Español Universitario (SEU) y la Sección Femenina de Falange. En septiembre de 1942 pasa al colegio de León como lector de filosofía y director de la JUFRA, recientemente fundada. Aquí, y en estos años, inició su trabajo como escritor fundando el periódico quincenal Vanguardia. Es una actividad que más tarde llegaría a consumir muchas horas de su vida. Después de pasar un año en Gijón (1945-1946), repitió des– tino en el convento de Bilbao para hacerse cargo de la Juventud Franciscana y ejercer como profesor de religión en la Escuela de Artes y Oficios. Un nuevo traslado en 1948 lo llevó al convento de Santan– der, en el que permaneció por espacio de doce años con los car– gos de vicario (1954-1957) y guardián (1957-1960). Fue una etapa decisiva en su orientación hacia los medios de comunica– ción. Como encargado de la revista El Santo dio un impulso notabilísimo al número de suscripciones, que llegó a alcanzar la 133

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