BCCCAP00000000000000000000710
Su salud era aceptable a pesar de su avanzada edad, con excepción de las afecciones de garganta que venía padeciendo y le imposibilitaban para el ejercicio normal de muchas activi– dades. Con más años que achaques, fruto éstos más de la edad que de la enfermedad, comenzó a fallarle la memoria y a pade– cer una sordera que aumentaba lentamente, pero de forma irre– versible. En junio de 1992 ingresó por primera vez en la enfermería de San Antonio, ya cumplidos los noventa y cuatro años de edad. Tras varias idas y venidas de la enfermería a Usera y del convento a la enfermería, se incorporó a ella definitivamente en diciembre de 1992. Sus achaques eran perceptibles, pero su enfermedad verdadera era la vejez. Dios le concedió la gracia de convertirse en un hombre cen– tenario, llegando a ser el religioso más anciano de la Orden y pudiendo celebrar esta conmemoración en pleno uso de sus facultades mentales. Fue un acontecimiento en el que recibió numerosas felicitaciones de ilustres personalidades como el padre general, el alcalde y el señor arzobispo de Madrid. Con la entrada del nuevo milenio se fue acentuando el debi– litamiento de sus fuerzas, empeorando el estado de su salud. Con una muerte serena y plácida (una sobrina que le acompa– ñaba pensó que se había quedado dormido) entregó su vida al Señor en la tarde del día 7 de marzo de 2000, en la enfermería de San Antonio de Cuatro Caminos. Con una vida llena de años y cuajada de méritos, murió este capuchino, que trabajó siempre de una manera sencilla y sin ruidos de mucha fama, pero con eficacia y honestidad. El apos– tolado parroquial desarrollado en América en circunstancias a veces poco favorables; la predicación mientras su estado de salud lo permitió; y su trabajo en el confesonario, fructífero y 121
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz